En 2017, El Niño costero dejó sentir su furia en toda la costa del Perú, causando un total de 101 fallecidos, 353 heridos, 19 desaparecidos, 141 mil damnificados, casi un millón de afectados a nivel nacional y más de tres millones de dólares en pérdidas materiales. Un nivel de destrucción que haría palidecer al ciclón Yaku de hoy. Pero hubo una persona que lo sobrevivió y se convirtió en símbolo de lucha y esperanza: Evangelina Chamorro. Recordemos su historia.
Era justamente un 15 de marzo como hoy, hace 6 años, cuando Evangelina y su esposo, Armando Rivera, dejaron su vivienda en Villa Nueva Navarra, distrito de Punta Hermosa, para ir a alimentar los animales que criaban en un corralón cercado, a un kilómetro de distancia.
Eran las 2 y 30 de la tarde, cuando los esposos escucharon un tenebroso rugido. No parecía nada que hubiesen escuchado antes. Como una fiera salvaje suelta, un río de lodo estaba a punto de devorarlos.
“Estábamos haciendo la limpieza cuando empieza un ruido, parecía piedra volquetera, una chancadora de piedras para construcción. Primero sentí ruido pero no le di importancia porque los camiones también sacan arena de por allí, hasta que más cerquita escucho la bulla y le digo: ‘¿Qué suena?’. No salí y seguía. ‘¿Pero qué suena?’. Y salgo a ver y había barro por todos lados. ‘¡El huaico!’, le digo y él trata de salir, regreso para agarrar mi celular y la cartera, la llave de la casa, pero él ya estaba parado en medio del lodo y el barro me tapa las rodillas. Regreso al costado del corral, pero el lodo me estaba jalando”, recordó Chamorro en una entrevista con ‘El Comercio’, un año después de su aterradora experiencia.
Ambos esposos fueron arrastrados junto a sus animales: ocho chanchos, una vaca y un becerro. De ellos solo sobreviviría una chanchita que estaba preñada.
“Yo veía chanchos, vacas, por acá pasaba un toro, con la cabecita sacudiéndose. Y ese olor de barro, apestaba a guardado de tiempo, del abono del ganado, como una licuadora, excremento de chancho”, recordó Evangelina.
MEDIA HORA EN EL LODO
Al principio estaban los dos esposos juntos tratando de aferrarse a las vigas de madera que flotaban junto a ellos, pero que también los golpeaban. “El huaico nos estaba jalando, con el pie trataba de botar los palos que chocaban. Como media hora estuvimos allí, nosotros flotábamos, esto lo tengo en la mente, los pies no llegaban (al piso), y más alto cada vez, pero tantos palos que vienen y el madero se debilitó y se rompió”, contó Armando.
En ese momento, se separaron. “‘Amorcita, hay que tratar de nadar’, le decía a ella. Pero qué se podía nadar, estaba lleno de palos, agua espesa, nos revolcaba, nos volteaba, a nuestro costado pasaba el ganado… me revolcó como cuatro veces, no veía nada, todo estaba borroso, no veía a mi esposa, hasta que como tres cuadras después ella me dice ‘ya no puedo’, pero no le podía contestar”, agregó la pareja de Evangelina.
Armando Rivera también fue un sobreviviente de la furia de la naturaleza, aunque como él mismo recordaría, no tuvo un video de su suplicio.
“Mi caso es similar al de ella, me encontré un palo y me lo puse acá en el mentón, con las manos, para no ahogarme, y así iba, con las olas, pero casi se me va de la mano hasta que en algo se estanca y gira y me bota a un lado... Seguía el huaico, me cubría la cara, me tapaba, no podía moverme, me estaba enterrando y no veía nada, me ardían los ojos. Hasta que oigo una voz joven: “tío, dame la mano, dame la mano”, y borroso veo que estaba metido un muchacho, pero no me pudo jalar, y vino otro y entre los dos me jalan. Así me salvaron. En ese momento yo gritaba ‘¡Amorcita, tú puedes, sálvate!’, y cuando salí, pisé tierra dura, los abracé fuerte y caí. De impotencia lloré mucho, mucho lloré”, señaló.
LA MUJER QUE EMERGIÓ DEL BARRO
El huaico siguió arrastrando a Evangelina por todo Punta Hermosa. Tras unos 500 metros, finalmente fue divisada por la gente, que empezó a grabar con sus cámaras, sin saber bien, en ese momento, si se trataba de una persona o si estaba con vida, pues ella estaba completamente cubierta por el lodo.
“Como un remolino me llevó hasta debajo del puente, sentí que me daba toda la vuelta, y he visto el container, y allí es donde la cámara me poncha, cuando salí… me hundía, un palo me aplastaba, trataba de empujarlo con el codo, ‘mis hijas con quién se quedan, Señor dame fuerzas para salir’, hasta que salgo y recuerdo que unas personas me decían ‘señora, tú puedes’. Un palo se pegó a mi pie, traté de empujarlo y recuerdo que hice un gesto con la mano: no tengo fuerzas, ya. Di dos pasos y de ahí no sé quién me cargó”, señaló Evangelina.
Totalmente empapada en lodo, Chamorro emergió por sus propios medios del huaico como una figura espectral, ante la sorpresa de la muchedumbre, que reaccionó y corrió a ayudarla. Evangelina fue atendida en la posta de San Bartolo y luego internada en el Hospital María Auxiliadora a las 6:38 p.m.
Milagrosamente, solo había sufrido erosiones y hematomas, ninguna fractura. Arrojó lodo varias veces durante el tratamiento. No hubo que poner puntos. Al día siguiente se reencontró con Armando. Él había llegado a las 11:02 p.m. Lloraron y agradecieron a Dios.
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En ese momento, la imagen de Evangelina, la dama del lodo, ya había dado la vuelta al mundo gracias al video que grabó Christian Hidalgo, un vecino de Punta Hermosa.
“Esta es una oportunidad de vida, lo importante es llevar a Dios en el corazón”, resaltaron los esposos.
Un año después, el Ministerio de Vivienda les entregó un nuevo módulo de vivienda. Ella, su esposo y sus dos hijas cuentan ahora con un lote en el centro poblado rural Picapiedra, en el distrito de Pachacamac.
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