Ernesto Fernández Polcuch, representante en el Perú de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), afirmó que las escuelas deberían estar ya abiertas en nuestro país “como la norma” y no “como la excepción” para frenar el daño que la falta de clases escolares presenciales está causando en la infancia y la sensación de que se ha “suspendido la obligatoriedad de la educación”.
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“Las escuelas tienen que estar abiertas, es la norma en el mundo, los niños no son un foco de contagio, no lo han sido en ningún país”, señaló Fernández a la agencia Efe.
El representante de la Unesco insistió en la necesidad de retomar las clases presenciales en el país debido a que hace más de 600 días que los niños y niñas, salvo algunas excepciones, no acuden a las escuelas y la deserción escolar es rampante tras el embate de la pandemia del COVID-19.
El Perú estableció el cierre de los centros educativos en marzo del 2020, cuando se inició la emergencia sanitaria por la pandemia y en plena culminación de las vacaciones de verano, por lo que la gran mayoría de escolares no asiste a las aulas desde diciembre del 2019.
Pese a la mejora en las condiciones epidemiológicas en el Perú, solo algunos centros educativos ofrecen clases semipresenciales. El proceso se inició primero en zonas rurales y luego se implementó en áreas urbanas.
Ayer, el presidente de la República, Pedro Castillo señaló, en un mensaje en Ayacucho por los 100 días de su gestión, que los escolares regresarán a clases presenciales en marzo del 2022.
Deserción escolar
Fernández denunció también un patrón preocupante entre los alumnos de zonas rurales es la deserción escolar, a pesar de que las escuelas de este tipo han sido las primeras en reabrir con semipresencialidad.
“El 10% de las niñas y niños no están volviendo (a clases). Me llamó la atención que el patrón es el 10%, pues están trabajando, están en las minas, se fueron a (los lavaderos de oro de) Madre de Dios, están en el campo”, declaró el representante.
“Los padres no quieren mandarlos a la escuela porque los mandan a trabajar al campo, están cuidando las ovejas, de alguna manera como si se hubiera suspendido la obligatoriedad de la educación”, añadió.
Además de las pérdidas en conocimiento, Fernández apuntó el aspecto socioemocional y la exposición a la violencia de género e intrafamiliar. “Pareciera que, a veces, no se ve eso, no se piensa en lo mal que lo está pasando una generación de niños y niñas, es muy complicado”, remarcó.