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La ‘Margaret Thatcher’ y ‘madre’ del penal ‘Castro Castro’: la historia de María La Torre | VIDEO | CRÓNICA

A María la Torre le llaman ‘madre’, se mete a los pabellones de máxima seguridad y está convencida de que no le va a pasar nada. Uno de sus ‘hijos’ es Mario Broncano.

Por: Jhonny Valle

María la Torre, de 49 años, recuerda el día en que probó la mejor causa de pollo de su vida. ‘Era una delicia’, dice con nostalgia. Además del sabor, María evoca aquel recuerdo con claridad porque fue el rankeado ‘Loco Mata’, de la banda criminal ‘Los Pitufos’, quien preparó el platillo que aún hoy saborea con la imaginación.

Estamos en el penal de máxima seguridad , en San Juan de Lurigancho. Bajo un sol incandescente, caminamos con María la Torre -subdirectora del penal- entre los pabellones que habitan delincuentes sentenciados por robo agravado, extorsión, homicidio, violación o terrorismo.

Es paradójico que María, sin haber cometido un crimen, haya pasado más de la mitad de su vida entre rejas. Es agente del INPE desde hace 29 años y su palabra es ley en este centro correccional.

VIDA TRAS LAS REJAS

Además de ser una anécdota, la causa de pollo es también un ejemplo claro del respeto y el cariño que los más avezados delincuentes le tienen a María. Su filosofía es simple: respetar para que la respeten. MIRA EL VIDEO:

Web Trome Especiales - María La Torre

TODA UNA VIDA EN CASTRO CASTRO

Mientras caminamos por los pasillos enrejados del penal, internos que han cometido los más atroces delitos la saludan con entusiasmo y reverencia:’¡Madre, buenos días!’, ‘Madrecita, ¿Cómo le va?’, ‘¡Madre, qué gusto verla!’.

“Yo puedo caminar sola por los pabellones, ir hasta el cuarto piso o incluso a los lugares donde están los internos más peligrosos y no me va a pasar nada. Sé que no me va a pasar nada”, explica María.

La subdirectora del penal Castro Castro es respetada por los delincuentes más avezados del país. | Foto: José Rojas Bashe.

Fue en 1991, con 20 años, que decidió ingresar al Instituto Nacional Penitenciario. Cuando empezó era soltera y no tenía hijos. Hoy es madre de tres y abuela de uno.

‘Es toda una vida’, reflexiona con la sorpresa de quien descubre recién el tiempo transcurrido.

Entre las tres mil trabajadoras que tiene esta institución, ella es una de las dos -la otra es una subdirectora en Sarita Colonia- que impone orden directa a los internos: deben poner a raya a los más ‘guapos’.

LA ‘MARGARET THATCHER’ DE CASTRO CASTRO

“Ella es la Margaret Thatcher del penal”, afirma Mario Broncano, entre risas y achinando el único ojo que le queda.

Mario Broncano no es cualquier preso. Es el más famoso de su pabellón. El pabellón 12. El caserito de la prensa policiaca desde hace más de tres décadas. Y mucho antes lo fue de la prensa deportiva: cuando se proyectaba como campeón mundial en el deporte de las ‘narices chatas’.

El polémico exboxeador Mario Broncano es su 'hijo' del pabellón 12 en Castro Castro. | Foto: José Rojas Bashe.

“Cuando la veo, es como si fuera mi mamá, mi hermana. Se ha ganado el respeto por sus mismas acciones. Nadie entraba (al pabellón). Ella entra. Se va a todos los pabellones. Las cosas han cambiado, pe’”, dice Broncano, quien le agradece haber promovido el primer campeonato de box en Castro Castro.

María lo mira y asiente cada palabra de Broncano. “Pero cuando hay que jalarles las orejas, también se les jala”, agrega.

PERSONAS QUE SE EQUIVOCAN Y PAGAN

Podría suponer, estimado lector, que María la Torre tiene un carácter de sargento, que su voz hace temblar los gruesos muros de este penal, que su mirada puede domar a una bestia o que su condición física es la de un gladiador. Nada más lejano de la realidad.

Es otra ironía: la mujer más respetada de Castro Castro tiene la voz dulce.

María la Torre conversa y escucha a los delincuentes más peligrosos del país, desde asaltantes, asesinos y terroristas. | Foto: José Rojas Bashe.

También tiene el carácter dócil y comprensible de una madre: por eso, se apura en presentarnos los proyectos productivos de sus ‘hijos’. “Mira, aquí hacen diariamente 15 mil panes. Y es el mejor pan de Lima”, presume orgullosa.

De inmediato se acerca Héctor, un reo sentenciado a 30 años, cabecilla de la panadería ‘San Miguelito’, que funciona dentro del penal.

“ENTENDER Y COMPRENDER, COMO ELLA LO HACE”

“La doctora es una persona que entiende, comprende, desde el punto de vista más humano. Y ese es el matiz de una mujer que está al frente. ¿Cambios? Ahora hay más diálogo. Si bien nosotros somos internos, también somos personas que razonamos. En ese sentido, más que una autoridad rígida, es entender, comprender, como ella lo hace”, dice Héctor, que está a un año de salir libre.

Para María, un interno resocializado es una batalla ganada. Muchas veces, allá afuera, se los ha cruzado. “Yo iba caminando por la calle y escucho:’¡Madre, madre, madre!’, y era un exinterno. También me han reconocido en el taxi”.

La Torre asegura que puede camina por cualquier pabellón del penal Castro Castro y no le sucederá nada. | Foto: José Rojas Bashe.

Con el mismo entusiasmo con que presenta los productos de los panaderos, lo hace con los artesanos y los carpinteros. “Cuando se resocializan, siento que todo mi esfuerzo valió la pena”.

Es difícil que María enliste a los ‘angelitos’ que ha conocido durante su trayectoria como agente del INPE. El respeto, asegura, está en no clasificarlos o diferenciarlos. Para ella todos son humanos que se equivocaron y están pagando: desde Abelardo Cachiche Rivera, uno de los capos más importantes de la droga en Perú, hasta los cabecillas de la banda criminal ‘Los Malditos de Bayóvar’ o de ‘Los Nuevos Injertos’.

VIDA A SALVO

Tener ojos para los 5 mil 881 internos no es tarea fácil. Sostener el orden en 13 pabellones parece ser una labor titánica. Hace poco menos de un año, los inquilinos de este penal protagonizaron un motín, con el saldo de 9 muertos. En diciembre del año pasado se frustró un intento de fuga, organizado por el narcotraficante serbio Zoran Jaksic, conocido como ‘Mil caras’.

El penal Castro Castro es considerado de máxima seguridad y sus instalaciones albergan a los delincuentes más despiadados del país. | Foto: José Rojas Bashe.

Ya los presos se lo han advertido a María. Si algún día sucede algo grave en Castro Castro, a ella no le va a pasar nada. Su vida está a salvo. Solo la de ella.

Para María, aquel anuncio es una muestra de respeto. Respeto que se ha ganado sin usar la fuerza y sin siquiera alzar la voz.

A la ‘Madre’, como la llaman aquí, le tienen más ley que a cualquier ‘tayta’ de pabellón.

Los internos la consideran su 'madre' o su 'hermana', porque los escucha y aconseja. | Foto: José Rojas Bashe.

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