Son hermanas, mejores amigas, cómplices, ‘uña y mugre’, como diríamos en criollo. Maly y Lucía Jiménez Lu son inseparables. Y esa relación tan poderosa motivó a Maly (30) a escribir el libro ‘Mi vida con Lu’, en el que cuenta cómo es la convivencia con una hermana con síndrome de Down y busca abrirle los ojos a miles de familias que están pasando por lo mismo. A Lucía (23) le apasiona la pintura, la repostería, los bailes de moda, la gimnasia rítmica y la marinera. Pero sobre todo ama maquillarse, sueña con tener un spa y casarse con un joven cariñoso y detallista.
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Maly, ¿qué te animó a escribir el libro ‘Mi vida con Lu’?
Una tía me motivó a hacerlo porque dijo que la relación que tengo con Lu es tan fuerte, bonita, admirable, que podía ayudar a otras familias. En el camino me di cuenta de que había mucha desinformación y mitos respecto al síndrome de Down. Sin contar la discriminación que ya existe.
¿A qué edad te dijeron que Lucía tenía síndrome de Down?
Tenía siete años y lo primero que pregunté fue ‘¿Se va a morir?’, me explicaron que no. Solo debíamos tener mucha paciencia y amor, porque si a nosotros nos demoraba aprender algo, a Lucía le iba a demorar cien veces más.
¿Por qué lo relacionaste con la muerte?
Porque antes de Lu tuvimos un hermanito que murió al nacer. Fue muy difícil porque estábamos ilusionados con él.
Lucía llegó para unirlos más como familia...
Mi hermana nos ha enseñado muchísimas cosas. Al inicio tampoco fue fácil para nosotros. La retiraron del colegio en cuarto de secundaria porque vivió varios rechazos y discriminación. Recuerdo que Lu le escribió una carta a una niña y ella la rompió en su cara. ¿Te imaginas eso? Yo quería ir a gritarle, ja, ja, ja.
¿Y ahí es cuando deciden matricularla en talleres de arte?
Sí, y lo bueno es que Lu aprendió muy rápido, sobre todo pintura, gimnasia y marinera. Aunque al inicio le costó adaptarse o hacer amigos con otros niños con síndrome de Down porque ella no se reconocía como tal. Necesitamos apoyo psicológico. Ahora ya es la más amiguera del grupo, ja, ja, ja.
Y le ha ido muy bien con la pintura...
Mi hermana es una artista. Pinta bodegones, figuras andinas y cada cierto tiempo vende sus cuadros. Ella administra su dinero, tiene su cuenta y tarjeta de débito. Con lo que gana compra materiales o maquillaje. Ama maquillarse, su sueño es tener su spa Lucía’s.
He visto que también hacen postres...
Sí, pero al inicio decía: ‘Ay, qué flojera, ¿por qué tengo que ayudarlas?’, ja, ja, ja. Ahora ama hacer postres, sobre todo los de chocolate.
Más que hermanas, ustedes son cómplices y mejores amigas...
Somos confidentes y nos amamos con locura. Me contó cuando tuvo su primer enamorado y todos los chismes de sus talleres. Todos los meses tenemos nuestro ‘día de hermanas’ en el que hacemos todo lo que ella quiera. Armamos un campamento, vemos películas, salimos a comprar ropa, etc.
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