Muchos años antes de que se cree la Copa del Mundo, en medio de las trincheras, que servían para protegerse de la artillería enemiga, en los congelados campos de Flandes, en Bélgica, donde se desarrollaban los más cruentos enfrentamientos entre el ejército británico y el alemán durante la Primera Guerra Mundial, ocurrió la Nochebuena de 1914 un verdadero milagro. Como parte de la llamada Tregua de Navidad, soldados de ambos bandos dejaron los fusiles de lado y disputaron un partido de fútbol en la llamada ‘tierra de nadie’.
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“Fue único, maravilloso y extraño al mismo tiempo”, describiría años después un soldado alemán que vivió lo ocurrido.
Hacia pocos meses había estallado la Primera Guerra Mundial y alemanes, franceses y británicos combatían en el llamado frente occidental, en Bélgica y Francia. En esa zona se llevaron a cabo las batallas más sangrientas de ese histórico conflicto. Entre los meses de febrero y julio de 1915, los alemanes intentaron romper sin éxito las líneas defensivas en Verdún, donde se enfrentaron dos millones de soldados y donde hubo alrededor de un millón de bajas. A orillas del río Somme, la ofensiva del Ejército británico costaría la vida a 420 000 soldados, mientras que en la batalla de Passchendaele se estima que murieron 487 000 hombres.
Pero en diciembre de 1914 la guerra recién comenzaba y, al llegar el 24 de diciembre, algo increíble sucedió en algunos puntos del frente occidental, en una zona conocida como la tierra de nadie.
“Estábamos en el frente de batalla, a unos 270 metros de los alemanes y en la Nochebuena habíamos estado cantando villancicos y los alemanes también”, contó años después el soldado británico Marmaduke Walkinton.
“Nos estuvimos gritando cosas, algunas eran insultos, pero la mayoría de las veces eran bromas. Y un alemán dijo: ‘Mañana no disparen, nosotros no dispararemos’”, añadió.
Miles de soldados, de varias unidades del frente occidental, participaron en ese cese informal de hostilidades, que no fue ordenado por ningún general ni gobernante.
APARECE UN BALÓN
Cientos de soldados de ambos bandos, empezaron a salir de sus trincheras, caminaban por el lugar y empezaron a hablar unos a otros, sin armas, y a estrecharse las manos.
“Compartimos cigarrillos, golosinas, con los alemanes y de algún lugar, de alguna manera, el fútbol apareció. No fue que formáramos un equipo, de ninguna manera se trató de un partido entre equipos. Todos estábamos jugando”, contó, en el video del IWM, Ernie William, que formó parte de un regimiento británico.
“El balón vino de su lado, no del nuestro. Yo era bastante bueno, tenía 19 años”, añadió.
El historiador Alan Wakefield Wakefield advierte que hay muy poca evidencia directa de que se haya jugado fútbol durante la Tregua de Navidad. “Sin embargo, hay cartas y relatos de alemanes que estuvieron cerca de un pueblo en Bélgica y de soldados británicos en otro lugar de Bélgica, que dicen que jugaron fútbol”, asegura.
Tres cartas de soldados británicos hacen referencia a un juego completamente abierto, no un partido propiamente organizado, en el que decenas de soldados de ambos bandos corrían para tener la oportunidad de patear el balón.
Las noticias de la tregua no tardaron en regarse. En enero, ya habían fotos (tomadas por los mismos soldados) y fragmentos de cartas que habían enviado a sus familiares, circulando en los periódicos.
“A inicios de enero de 1915, los periódicos de repente empezaron a imprimir estas cartas y, al principio, hubo una cierta cuota de incredulidad, pero con el tiempo también comenzaron a aparecer fotos y la evidencia se había vuelto muy clara, no era un mito”, señala el historiador Anthony Richards, autor del libro Wartime Christmas.
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“Los medios de la época amaron (la historia). Hubo mucha discusión en los periódicos sobre si eso había sido algo bueno o malo”, añadió.
Para los soldados que participaron -dice Wakefield- la Tregua de Navidad fue una oportunidad para “salir” de la guerra por dos, tres días, sin combatir, sin tener que vivir en las condiciones inhumanas de una trinchera. Lo que vino después, ya es historia. Millones de jóvenes murieron en las trincheras, muchos de ellos quizás tuvieron su último momento feliz en aquella ‘pichanguita’ navideña de 1914.
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