La noche del lunes 11 de abril, millones de peruanos nos quedamos estupefactos cuando la congresista reelecta Cecilia Chacón dijo muy oronda y desafiante: “Alberto Fujimori debe salir por la puerta grande. Es el Poder Judicial quien tiene que reconocer que ese juicio es nulo”. Como siempre, su jefa y principal protectora, Keiko Fujimori, salió a defenderla: “Las frases de Cecilia Chacón han sido malinterpretadas y sacadas de contexto”.
Cuando las escuché, recordé a doña Raida Cóndor , la emblemática madre de uno de los estudiantes de la Universidad La Cantuta , asesinados en 1992 durante el gobierno del presidente Alberto Fujimori, padre de la hoy candidata presidencial Keiko Fujimori.
Nunca olvidaré los gritos y llantos desgarradores de Raida, aquella triste mañana del 20 de agosto de 1993, en el interior de la residencia de estudiantes de esa universidad.
Un año antes, en la madrugada del 12 de junio de 1992, el hijo de Raida, Armando Amaro Cóndor, y otros ocho estudiantes y un profesor, habían sido sacados a rastras de ese lugar donde pernoctaban.
Luego fueron torturados, desaparecidos, asesinados y calcinados por el Grupo Colina, creado y avalado por el expresidente Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, supuestamente para luchar contra el terrorismo.
Nada se sabía de ellos hasta que el 8 de julio de 1993, los restos de los nueve cuerpos fueron hallados en fosas en un descampado de Cieneguilla. Entre los huesos calcinados se halló un manojo de llaves. Pese al hallazgo, no se tenía la certeza de que los restos eran de los estudiantes.
Raida le dijo al correcto fiscal Víctor Cubas Villanueva que su hijo siempre llevaba en su bolsillo varias llaves. Inmediatamente, Cubas ordenó una diligencia en la residencia estudiantil. Verificaría si las llaves abrirían armarios o puertas del joven Armando.
La diligencia se programó para el 20 de agosto de ese año, el día más triste de Raida. Unos cien periodistas, peruanos y extranjeros, fuimos al lugar. Minutos después de iniciada la diligencia, escuchamos los gritos y llantos de Raida. La primera llave que probó el fiscal abrió el candado del ropero de su hijo. Jamás voy a olvidar ese dramático momento.
El calvario de Raida no terminó allí. Los asesinos del Grupo Colina fueron premiados y amnistiados por Alberto Fujimori. Raida tuvo que esperar 17 años para que se castigara a los responsables.
El 7 de abril del 2009, la Corte Suprema de Justicia condenó a Alberto Fujimori a 25 años de prisión por este horripilante crimen y otros ocurridos en su gobierno. También determinó que los estudiantes no eran terroristas.Fue un juicio impecable. Todas las instancias máximas del Poder Judicial ratificaron la sentencia. Keiko Fujimori, sin embargo, no lo quiere aceptar. Para ella, ¡su padre es inocente! Nos vemos el otro martes.
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