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Juez Iván Sequeiros: el juicio a Vladimiro Montesinos, la condena al terrorista ‘Feliciano’ y las amenazas de los detenidos.

Magistrado se retiró a los 70 años y hoy se toma un respiro para repasar sus momentos impartiendo justicia. Mil anécdotas y muchas decisiones que quitaron horas de sueño.
Buscaban intimidarlo nombrando a su familia

La búsqueda de la justicia es una lucha constante del ser humano e impartirla es una responsabilidad que exige ecuanimidad, temple, tesón, firmeza y un acto de fe por confiar en sí mismo y de valentía para superar presiones de todo tipo. Iván Sequeiros Vargas hizo su carrera en el Poder Judicial, se jubiló a los 70 años ejerciendo la función de Juez Superior, hijo de un magistrado, se anima a repasar momentos únicos y anecdóticos de una profesión tan sacrificada, cuestionada e incomprendida.

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¿Qué significa impartir justicia?

Entre muchas cosas, también es un acto de fe. Un médico, me confesó, que en una operación, se ha persignado antes de usar el bisturí. Ha habido ocasiones que uno duda tanto para resolver que no sabe a quién recurrir.

¿Cuándo suele suceder?

Si la ley no es clara con el tema, conversas con uno y otro y te dan opiniones diferentes. Te vas a dormir con la duda. ¿Qué se hace? Le pides a Dios sabiduría para saber cómo hacer las cosas.

¿Le tocó irse a dormir disconforme?

A veces he dictado una sentencia muy pegada a la ley.

¿Por ejemplo?

Te quedas pensando que de pronto debiste considerar otras cosas y no indicar que vaya 30 años preso porque lo señala la ley.

¿Eso ocurre seguido?

No, pero a todos nos ha ocurrido.

¿Para ser juez hay que ser valiente?

Sí, porque recibimos muchas presiones políticas, sociales, económicas.

¿Le han llorado suplicando misericordia?

Sí, pero hay que sobreponerse a los sentimientos humanos naturales y actuar con conciencia jurídica.

¿Y se puede?

Hay momentos que nos gana el lado humano.

¿Le tocó vivir una situación de ese tipo?

Estaba de abogado defensor y un tribunal condenó a una mujer embarazada.

¿Cómo siguió el caso?

Todos salieron conmovidos y a los pocos de estar en la cárcel, la señora perdió a la criatura.

¿Conclusión?

Debemos ser empáticos con la gente.

¿Cómo reconocer el llanto sincero de un detenido o lágrimas falsas de un delincuente?

Uno se da cuenta desde que llegan a la sala. Vas observando su comportamiento.

¿A qué delincuentes le tocó mirar frente a frente?

A ‘terroristas’ y también a Vladimiro Montesinos.

¿Cómo fue conocer al exasesor presidencial?

Era respetuoso pero muy arrogante. Creía que sabía todo y estaba por encima de los demás.

¿Otro así de tristemente famoso?

Hemos juzgado al terrorista ‘Feliciano’.

¿Tuvo miedo?

Ya estaban vencidos.

¿Qué amenazas ha sufrido?

En una oportunidad un procesado me dijo que tenga cuidado con mi familia, un detenido ha pasado a mi lado, acompañado de su custodio, y me ha dicho que conoce donde vivo.

Mínimo lo dejaban preocupado.

Un juez, con el tiempo, se vuelve piel de elefante. Gruesa y dura.

¿No se asustó?

A mí quien más me preocupa es un detenido inteligente. Quien piensa hacerte daño, no te avisa.

¿Siempre quiso ser juez?

Mi padre lo fue y toda su carrera la hizo en Cusco. Como era el hijo mayor, me llevaba a su trabajo y he visto todo lo que hizo.

¿Le gustó?

Sí, menos levantar cadáveres.

¿Cómo empezó esta historia?

Era estudiante cuando empecé en el Poder Judicial del Callao.

Usted tiene una historia singular que trascendió a nivel nacional.

El 2014 había un presidente del Poder Judicial que nunca trabajó como juez.

Continúe.

Una agrupación en el Congreso presentó un Proyecto de Ley para derogar la de los porcentajes de las remuneraciones de los jueces.

¿A qué se referían?

En el año 1985 se sacó la ley orgánica del PJ.

¿Qué decía?

Que las remuneraciones de los jueces, sea similar a la de los congresistas, con todos los ingresos que tengan, pero nunca se cumplió.

Siga por favor.

El 2013 presentan otro proyecto de ley para derogar la norma a favor de los jueces.

¿Cómo reaccionaron?

Se hicieron salas plenas donde los jueces debatían el tema y el país se enteró. Se formaron comisiones para hablar con los ministros y queríamos hablar con el presidente y sucedió algo curioso.

¿Qué cosa?

Estaba gobernando el país Ollanta Humala y nos decían: No hablen con él, sino con Nadine.

¿Cómo siguió la historia?

Yo era presidente de la Corte de Lima y asumí el liderazgo.

Siga por favor.

Un buen día el presidente del Poder Judicial nos reúne para ver el tema.

¿Qué dijo?

Que el gobierno nos va a dar un aumento de 2500 soles desde el día siguiente y nos pidió que aceptemos y que se derogue la ley si nunca se había cumplido.

¿Cuál fue su reacción?

Me opuse y exclamé: ¡No se ha cumplido porque nunca nos hemos preocupado porque, ¡si no nos hemos preocupado porque se haga realidad!

¿Cómo reaccionó el presidente?

Nos dijo que aceptemos el plato de lentejas que nos están dando porque esa ley no se va a cumplir.

¿Entonces?

Llegué a casa y escribí un documento en mi computadora, donde aclaraba que el Presidente del Poder Judicial nos quiere vender por un plato de lentejas.

¿Y qué sucedió?

Se lo enseñé a dos amigos y ellos lo hicieron circular hasta que le llegó al hombre que quería hacernos desistir de nuestros derechos. La frase quedó para siempre.

Un gran abrazo y gracias por sus recuerdos.

Otro a todos ustedes.

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