A más de un mes del devastador incendio que redujo a cenizas varias viviendas y locales comerciales en el corazón de Barrios Altos, las labores de demolición controlada comenzaron en la madrugada de este lunes 7 de abril. Las autoridades iniciaron el desmantelamiento de estructuras comprometidas, ante el riesgo latente de colapso.
Desde la medianoche, maquinaria pesada de la Municipalidad de Lima y Defensa Civil ha trabajado de forma ininterrumpida para remover los escombros de las construcciones más afectadas. Uno de los primeros inmuebles en ser demolido fue el conocido como ‘el monstruo’, una edificación precaria cuya última planta estaba edificada con un contenedor metálico. El edificio había perdido gran parte de su estabilidad estructural y representaba un peligro para los transeúntes y vecinos.
Durante la limpieza, el personal encontró diversos productos almacenados en los niveles inferiores, muchos de ellos de origen asiático. Entre los hallazgos figuran condimentos con olores penetrantes y paquetes de servilletas deteriorados, que fueron retirados cuidadosamente por el equipo encargado.
La demolición continuará en los próximos días, mientras técnicos evalúan el estado de otras edificaciones aledañas. Por precaución, se mantendrá acordonada la zona entre los jirones Lucanas y Junín, epicentro del siniestro del pasado 3 de marzo.
Pese al paso del tiempo, el incendio aún no ha sido completamente extinguido. Los vecinos de Barrios Altos conviven con el temor: cada tres o cuatro días, nuevos focos se reactivan dentro del edificio siniestrado. La madrugada del viernes, se reportó la presencia de llamas en tres puntos distintos, lo que obligó a una nueva intervención de los bomberos.
Veinticinco miembros del Cuerpo General de Bomberos, apoyados por cuatro motobombas y una unidad escala, lograron contener el fuego, pero la amenaza sigue latente. Según el comandante Joel Ricalde, jefe de la Primera Brigada Lima Centro, el incendio no podrá considerarse controlado en su totalidad hasta que se retire todo el material inflamable de los escombros o se selle por completo la estructura.
Uno de los principales obstáculos es el difícil acceso al subsuelo del inmueble, donde se presume existen dos niveles de sótanos. De acuerdo con testimonios vecinales, en ese espacio se almacenaban insumos inflamables usados para la preparación de comida china: aceite de ajonjolí, sillao, vinagre, entre otros. Incluso recuerdan que en los días posteriores al incendio, el sillao escurría por las calles aledañas “como si fueran ríos”.
La ausencia de planos estructurales del inmueble complica aún más las tareas de remoción. Los bomberos han tenido que regresar hasta cuatro veces por semana para sofocar nuevos focos, apoyados por cisternas de Sedapal y personal municipal. Estas acciones han afectado la presión de agua en varios edificios de la zona, generando molestias en la vida diaria de los vecinos.
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