Hoy se cumplen 51 años del terremoto de 7,9 grados que arrasó el Callejón de Huaylas, destruyó la mayor parte de Huaraz y provocó un aluvión que sepultó las ciudades de Yungay y Ranrahirca, la tarde del 31 de mayo de 1970. Se calcula en 80 mil los muertos y veinte mil los desaparecidos en ese siniestro, considerado uno de los más potentes en el país, por el nivel de destrucción y víctimas mortales. El remezón se sintió en Lima y la costa norte del país y a raíz de ello se fundó el Instituto Nacional de Defensa Civil para preparar a la población sobre cómo actuar durante un terremoto.
Nadie se imaginaba una tragedia así. Cuando se sintió el sismo, muchos acababan de ver en sus televisores en blanco y negro el partido inaugural del mundial de fútbol México ’70, donde la selección peruana debutaría dos días después bajo el mando de Waldir Pereira, ‘Didí’, ante su similar de Bulgaria. El epicentro del movimiento telúrico se ubicó en el mar de Chimbote, a 375 km de la capital.
Según las estadísticas, los efectos destructivos cubrieron un área de 65 mil km cuadrados y afectaron prácticamente a toda la Región Áncash y el sur de La Libertad. Más de 3 millones de habitantes sufrieron consecuencias de diverso tipo. Asimismo, 186 mil fueron considerados como damnificados y al menos 150 mil resultaron heridos.
Muertos fueron calculados en más de 80 mil y 150 mil heridos.
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Además, de 38 poblaciones, 15 quedaron con más del 80 por ciento de las viviendas destruidas, el resto sufrió daños de consideración. Los relatos de los sobrevivientes fueron de horror. Muchos quedaron atrapados, perdieron a sus familias y hasta hoy no pueden olvidar esa pesadilla. Fueron 45 segundos de terror, como nunca se había vivido.
YUNGAY
Producto del terremoto, la ladera oriental del nevado Huascarán se desprendió y originó un aluvión que se dirigió como bólido hacia la ciudad de Yungay, destruyendo todo a su paso. Solo 300 habitantes, de veinte mil, pudieron sobrevivir. Algunos porque estaban en el circo itinerante Verolina, instalado en lo alto del cerro Atma, y la mayoría porque al ver la avalancha, corrieron hacia el cementerio de la localidad, ubicado en una loma, y así evitar la enorme masa de piedras, hielo y barro que sepultó a la segunda ciudad de Áncash. Como únicos testigos aún sobreviven las copas de las palmeras que alguna vez daban sombra a la antigua plaza de Yungay. Hoy, sobre el lugar, hay un parque para conmemorar a los fallecidos. En la vecina Ranrahirca, fue lo mismo. No quedó nada en pie.
El 97% de la ciudad de Huaraz quedó destruida tras el fuerte sismo.
Muchos de los niños de acudían a ese circo y quedaron huérfanos fueron adoptados por familias de EE. UU., Canadá y Europa.
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Según un estudio hecho por el entonces gobierno del general Juan Velasco Alvarado, la ciudad de Huaraz fue destruida en un 97% y perdió más de 10 mil habitantes (el 50% de la población). Toda la zona quedó oscurecida por un manto negro de polvo que permaneció durante días en el aire. El resto de ciudades y pueblos del Callejón de Huaylas también fueron destruidos casi por completo, desde Recuay por el sur, hasta Huallanca por el norte. Los aludes y derrumbes obstaculizaron caminos y carreteras y embalsaron partes del río Santa. El ferrocarril que unía Chimbote con Huallanca desapareció.
DESOLACIÓN
En la zona costera, los efectos del sismo destruyeron grandes sectores de la Carretera Panamericana entre Huarmey y Trujillo. Chimbote quedó con averías incuantificables. En la zonas de San Pedro y Lacramarca todas las construcciones se derrumbaron, al igual que las industrias pesqueras y daño similar a las metalúrgicas, en algunas áreas el suelo se agrietó hasta expulsar chorros de agua de hasta un metro de altura, la ciudad perdió más de 2800 habitantes.
Los muertos estaban en todas partes, bajo los escombros, en las calles o plazas.
En Casma, una vieja ciudad de adobes, murieron 800 personas, y más hacia el sur, en Huarmey 100. La provincia de Bolognesi, con 1800 víctimas, refirió cuantiosos derrumbes que incomunicaron a pueblos completos, donde se dan referencias que algunas personas sepultaron a sus parientes sin notificar.
Solo cuatro palmeras quedó de la hermosa ciudad de Yungay tras el alud de una parte del nevado Huascarán, en 1970.
Felizmente no hubo maremoto, pese al fuerte sismo de 9,7 grados y su localización en Chimbote.
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