POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
Había una vez un presidente peruano que se llamaba Alberto Fujimori y tenía un asesor personal de nombre Vladimiro Montesinos. Ambos eran expertos haciendo ‘psicosociales’, es decir, cambiaban la verdad, tergiversaban todo, inventaban hechos y testimonios, para engañar y entretener a la población. Los dos, por cierto, están presos por corrupción y asesinatos.
El cuento lo repitió el jueves pasado Keiko Fujimori –la hija de dicho presidente- y sus 71 congresistas que dominan el Congreso a su antojo.
Apenas terminó en Brasil el interrogatorio de Marcelo Odebrecht –el dueño de la empresa brasileña que sobornó y financió campañas electorales- los parlamentarios fujimoristas invadieron las redes sociales, asegurando que el empresario había dicho que nunca le dio dinero a su lideresa.
En el hemiciclo se pusieron en pie y empezaron a gritar desaforados: ‘¡Fuerza Popular, Fuerza Popular!’.
“Jamás tuvimos dudas respecto de la honestidad de Keiko Fujimori. (…) En los próximos días podrán confirmar que ni Keiko Fujimori ni Fuerza Popular están envueltos en la corruptela”, dijo el vocero fujimorista Daniel Salaverry.
Al día siguiente, sin embargo, la experimentada periodista Graciela Villasís, jefa de la Unidad de Investigación de ‘El Comercio’, desplomó la farsa. Villasís obtuvo el testimonio de Marcelo Odebrecht, quien, ante los fiscales peruanos, declaró que tenía la certeza de que su empresa entregó dinero a la campaña de Keiko Fujimori el año 2011.
Sobre la famosa frase ‘aumentar Keiko para 500 e eu fazer visita’ dijo que, si puso la palabra ‘aumentar’, infería que fue porque ya se había entregado dinero anteriormente. Sostuvo que Jorge Barata (quien fue su representante en Lima) debía corroborar el monto que se le dio a la candidata Fujimori.
Keiko Fujimori se cree intocable. En respuesta a lo publicado por ‘El Comercio’, amenazó con denunciar a la periodista y a sus directivos, pero el diario se ha ratificado en lo publicado y en la verdad.
Odebrecht también descubrió al expresidente Alan García. Dijo que la sigla ‘AG’ –hallada en una de sus anotaciones- significaba Alan García. La anotación se refería al interés del exmandatario aprista en la ejecución del Gasoducto del Sur y el Metro de Lima, obras por las que Odebrecht pagó millonarios sobornos a funcionarios vinculados a García.
Alan García –también conocido por su habilidad para tergiversar hechos- había negado que se tratara de su nombre, argumentando que en la agenda de Odebrecht aparecían 35 anotaciones ‘AG’ en Ecuador, Angola y Brasil. Sus escuderos hasta llegaron a decir que esas siglas podrían ser de la famosa cantante ¡Alejandra Guzmán!
Los fujimoristas son expertos en hacer ‘psicosociales’. El año pasado, filtraron un audio, burdamente editado, para desmentir una grave acusación de un colaborador de la DEA contra Keiko Fujimori y su financista Joaquín Ramírez.
Otra vez el tiro les salió por la culata. Nos vemos el otro martes.
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