El 25 de diciembre, mientras las familias festejaban la Navidad con sus seres queridos, un peculiar personaje -conocido por todos- que detesta esta celebración, tanto que cada año intenta sabotearla; pero, obvio, sin éxito, se puso a trabajar, como dicen: ‘se recurseó' para ganar platita y celebrar el Año Nuevo.
Se trata del Grinch, ese duende verde, peludo y solitario, que prefirió modificar su agenda y salir a las calles de Independencia a recursearse con diferentes trabajitos y así ganarse algunas monedas. Debajo de ese traje peludo está Yefi Roque Roca (más conocido como el Mil Caras), quien coincide con el monstruo verde en que no le gusta la Navidad, pero bien que saca provecho de la fecha.
“En realidad, no me gusta mucho la Navidad, pero hay que ver cómo ganarse unas monedas”, comentó el joven de 36 años, que es muy hábil para la costura, por eso él mismo confeccionó su disfraz.
Su jornada laboral empezó vendiendo helados. Mientras los ofrecía, los niños lo saludaban con alegría y los adultos le gritaban: ‘¡Buena, Grinch, ya era hora de que trabajes!’, o ‘¡Grinch, ya deja de odiar la Navidad!’.
“Es irónico que un personaje tan amargado como yo esté vendiendo algo tan dulce, pero así es la vida”, confesó entre risas.
Pero su creatividad no se detuvo ahí. Al mediodía sacó su enorme racimo de globos metálicos e inflados con helio y empezó a caminar gritando: ‘Lleve su globo’, ‘no se quede sin su globo’..., tenía de todos los personajes de los dibujos animados, como Bob Esponja, la Patrulla de Cachorros y los capibaras, esos animalitos que han ganado corazones en las redes sociales.
Pero como aún le faltaba dinero para completar su jornal del día, cambió de rol y se convirtió en cobrador de buses. Con su peculiar voz repetía: “Pasaje con sencillo, al fondo hay sitio”, provocando risas entre los pasajeros.
“Esto es lo más divertido del día, aunque termina siendo también lo más agotador”, admitió, mientras ajustaba su disfraz verde que ya mostraba rastros del trajín.
Para terminar el día se ganó algunos centavos llevando el equipaje de los pasajeros en la gran terminal terrestre de Lima Norte. Entre bromas, les decía que el Grinch no roba la Navidad, pero sí cobra por cargar maletas.
Después de un día de mucho trabajo, el Grinch regresó a su cueva para seguir odiando a la Navidad y continuar con las actividades de su agenda.
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