Al contrario de la creencia de que los niños, entre los 2 y 5 años, no entienden los problemas en casa, ellos en realidad se dan cuenta de todo. Son muy sensibles y perceptivos a las tensiones familiares. “Investigaciones sugieren que los niños son sensibles a los cambios en el tono de voz, el lenguaje corporal, los gestos y el ambiente emocional. Aunque no comprendan el contenido específico de lo que se dice o hace, pueden sentir la hostilidad y la ansiedad en su entorno”, indica el psicólogo y psicoterapeuta Walter Hinojosa.
Esta sensibilidad puede llevarlos a tener emociones negativas como ansiedad, confusión, estrés o incluso afectar sus relaciones futuras. Por otro lado, presenciar la resolución pacífica de conflictos puede enseñarles habilidades valiosas de comunicación y solución de problemas que replicarán en su etapa adulta.
Se culpan
“Los chicos pueden sentirse culpables, temerosos o angustiados ante la idea de que sus padres se lastimen. Esta ansiedad puede manifestarse en problemas de conducta o dificultades para dormir. También pueden internalizar el conflicto creyendo que son responsables de las peleas o que su familia está en peligro”, agrega el especialista.
El diálogo, el respeto mutuo y la resolución de problemas son necesarios para mantener un ambiente familiar saludable. Si no consiguen avanzar solos, pueden buscar ayuda profesional.
Buen consejo
Los adultos deben ser conscientes de su comportamiento y manejar los conflictos de manera constructiva, brindando un ambiente seguro y estable para el crecimiento de sus hijos.
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