
Hace cinco años, el profesor y periodista Jesús Raymundo, conocido como el ‘Doctor Tilde’, inició el gran desafío de enseñar a escribir con pulcritud a través de sus talleres itinerantes, pero la pandemia casi lo obliga a parar. En medio de la crisis, la voz autorizada de la ortografía decidió reinventarse y vuelve a las aulas, pero esta vez por las pantallas digitales, con su Escuela Artífice. Su meta sigue siendo la misma.
Hemos estado a pocos días de cerrar y decidimos crear nuevas unidades de negocio. En cinco años hemos realizado talleres de redacción en más de 20 ciudades del Perú de manera presencial, llegamos hasta Ecuador. Nos ubicaron a través de la web, vimos que por ahí había oportunidades para llegar a nuevos públicos. Pensamos en una propuesta virtual, porque quisimos romper el tema de la geografía, la distancia y los horarios. Además, la enseñanza es más lúdica, creativa y colaborativa.
En realidad es mucho más, porque en ‘Aprendo en Casa’ no hay posibilidad de un intercambio y acompañamiento con los estudiantes. Somos una especie de ‘coach’ y todo es muy vivencial. Trabajo con situaciones cotidianas, enseño a manejar el punto y la coma de lo que están chateando, enviando, pero dependiendo del nivel. Usamos podcast, videos, lecturas virtuales, animaciones, así como WhatsApp y Facebook para las consultas. Las clases son por Zoom y en grupos limitados para que puedan vivir mejor la experiencia.
La escritura a mí me sacó de la extrema pobreza. Cuando uno escribe, el que dialoga con el lector es el texto, ya no la persona. Una buena redacción garantiza claridad del mensaje y favorece la marca personal. Hay hasta discriminación porque uno no escribe bien, nos marginan y somos fácil presa del bullying.
Tenemos pánico a la pantalla vacía. El profesor habla y los estudiantes, a veces, se duermen, se distraen con el WhatsApp, las redes sociales. Tenemos que pedirles que prendan sus cámaras para ver si están conectados. El docente es casi como un holograma, pero sigue siendo el gran mediador del conocimiento.
Sí, muchísimo. La estamos subestimando y no le estamos dando la importancia. Sales a la calle y ves los letreros y avisos mal escritos. Abres una página web, un libro y están mal editados, mal redactados, mal trabajados.
No hay un dominio del uso de los signos de puntuación, la coma y las mayúsculas. Si los usamos, los usamos mal. Hay uso de abreviaturas informales que no existen, como ‘d' en vez del ‘de’ o el ‘por’ por la ‘x'. Escriben ‘habían’ en vez de ‘había’, ‘nadies’ en reemplazo de ‘nadie’ y no diferencian el ‘por qué’ (de pregunta) y el ‘porque’ (de respuesta).
He encontrado en todos, en publicistas, community managers, abogados, políticos, administradores, fiscales, jueces, artistas, chicos reality, influencers. No veo a ningún chico reality que escriba bien.
En la comunicación oral observo que hay muchos vicios del lenguaje, como los anglicismos, tecnicismos y neologismos. El español es la segunda lengua más importante después del inglés y la tenemos que mantener. Son 560 millones de personas nativas que lo hablan. Debemos olvidarnos un poco de la historia y no es que España nos dicta o manda.
Definitivamente el tema de la lectura; quien no lee, difícilmente va a escribir bien. La falta ortográfica también es un virus como el Covid-19 y el antídoto está en leer.
Tienen que entender que el mundo cambia. A veces se quieren frustrar porque no manejan la cámara, la plataforma digital, pero nos pasa a todos. Debemos dejar de tener miedo. La enseñanza se va a seguir compartiendo con el mismo amor y la misma pasión que se tiene en las formas tradicionales.
Gracias a ustedes. Mi viejita es hincha de Trome.
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