El cráneo está en el Museo de Historia Natural UNMSM.
El cráneo está en el Museo de Historia Natural UNMSM.

Un grupo de paleontólogos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) presentó el fósil de cráneo con mandíbulas de una nueva especie de cachalote macroraptor prehistórico, “preservado intacto por siete millones de años” y descubierto en el desierto de Ocucaje, región Ica.

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“Este es el fósil mejor preservado del mundo, no hay ninguno que se le compare en calidad”, afirmó Aldo Benites-Palomino, un paleontólogo peruano jefe del equipo de especialistas que dio con los restos en el desierto de Ocucaje, a unos 350 km al sur de la capital peruana, y a 40 km al oeste de las costas frente al océano Pacífico.

Según la universidad de San Marcos, el fósil, proveniente del Mioceno tardío del desierto de Ocucaje, formación Pisco, Perú, superaría los 1.30 metros de largo y corresponde a un individuo adulto.

El hallazgo fue reportado por el paleontólogo Mario Urbina en marzo del 2020 en el lugar denominado Las Antenas, a 45 kilómetros de Ocucaje, distrito del mismo nombre, en la provincia de Ica.

Aldo Benites explicó que “se trata del fósil de cachalote mejor conservado que se conoce en la actualidad”, enfatizó al precisar que corresponde a un individuo adulto, caracterizado por la presencia de dientes funcionales en el maxilar y la mandíbula.

“Se ha estimado que la longitud total (del mamífero marino) estaría entre los 5 y 5.5 metros de largo, siendo considerado un depredador de tamaño mediano”, agregó.

“Este es el primer ejemplar, en el mundo, del cráneo de un cachalote con esta calidad de preservación y es el primero de un tamaño medio que tenemos en el país, y es único en el mundo”, acotó.

PROCESO DE EXTRACCIÓN

Al referirse al proceso desarrollado al descubrirse el fósil, el investigador afirmó que lo primero que se efectúa es la excavación en el lugar para saber que es lo que hay. Luego se envía un equipo al sitio, que tras las evaluaciones correspondientes procede a colocar una chaqueta de yeso con toda la roca que tiene alrededor y así es llevado al laboratorio.

En dicho lugar se prepara y se le pone un pegamento especial, que hace que todos los huesitos frágiles se compacten, para su mejor preservación posterior.

En este punto, el paleontólogo se refirió al clima de la costa peruana y señaló que representa una ventaja porque es seco, desértico, por lo cual los fósiles no necesitan un proceso más largo de preservación como sí ocurre en otros países.

FALTAN RECURSOS

El biólogo sanmarquino reveló que no solo se ha encontrado el cráneo del cachalote, sino el esqueleto entero; pero aquí entró a tallar el tema de los recursos económicos.

Dijo que solo movilizar el cráneo demandó unos 4,000 a 5,000 dólares y todo el esqueleto costaría unos 20,000 dólares adicionales, porque se requiere de grandes maquinarias para la preparación del terreno, por tratarse de un ejemplar de más de 5 metros “y poder colectar todo lo que nos falta”.

“Ese es la historia realmente: la falta de fondos. Tenemos un tarea pendiente para culminar, de colectar una serie de restos de fósiles y se requieren fondos”, aseveró.

CÓMO SE ALIMENTABA

El científico dijo luego que, a diferencia de otros cachalotes, que predominantemente se alimentaban de calamares o pulpos, este animal consumía presas mayores como peces oceánicos, pingüinos e incluso pequeños mamíferos marinos.

Más adelante indicó que la gran nariz del cachalote era especializada en la emisión de ondas sonoras muy potentes, usada para aturdir y cazar a su presa.

“Debido al desarrollo de esta gran nariz, el cachalote macroraptor tenía una asimetría entre los huesos del cráneo, que causaba que tuviera un orificio nasal más grande que el otro; y el desarrollo de una cavidad en el dorso del cráneo para alojar estas estructuras”, detalló.

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Más adelante, Benites dijo que el cráneo de cachalote de Ocucaje, que ahora está en una urna de vidrio del Museo de Historia Natural de la UNMSM, exhibe una serie de mordidas ocasionadas por tiburones, patrón que anteriormente había sido observado en otros cachalotes y que podría evidenciar eventos de carroñeo.

“Las mordidas corresponden a distintas especies de tiburones y se encuentran en zonas muy profundas, accesibles solo después del consumo del resto de carne”, explicó Benites Palomino, quien en la actualidad es candidato doctoral en Biología Evolutiva de la universidad de Zúrich.

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