Un día cualquiera que hoy ya es especial, sentado en una confortable oficina, rodeado de la tecnología de ese momento, entendió que su lugar en el mundo estaba lejos de esa ciudad. No sabía con seguridad donde lo iba a encontrar, pero estaba convencido que era momento de buscarlo. Yorgo Stratouris es de nacionalidad griega, tenía una vida cómoda en Europa, pero sentía un vacío en su alma. Sin pensar más, cogió el bolso, cruzó el océano y entendió que en el Perú estaba su punto de partida para alcanzar su gran objetivo: ser un diseñador. Esta es vida, pasión y milagros de un hombre que nunca bajó los brazos en su búsqueda de la realización personal.
MIRA: ¿Podrían robar tu cuenta de WhatsApp? Modalidades y cómo evitar ‘piratas informáticos’ que estafen, suplanten o extorsionen con el app
Yorgo, ¿por qué dejaste toda la comodidad en que vivías?
Sentí qué si no cambiaba mi vida, no iba a poder cumplir mis sueños.
¿Costó mucho?
Lo intenté un par de veces y no daba el gran paso. Un día me dije es hoy o nunca.
¿Tan mal te sentías?
Sufría de depresión y llevé psicoterapia por cinco años.
¿Siempre intentabas renunciar a todo?
Como te dije, un par de veces quise irme de la empresa que tenía con mi hermano, pero sentía miedo de lo que iba a pasar y regresaba.
¿Entonces?
Un día entré en pánico y decidí partir. Me pregunté: ‘¿Que estás esperando? ¿acaso nunca voy a realizar mis sueños?’.
¿Qué es lo primero que hiciste?
Busqué a un empleado que le gustaba mi auto y se lo vendí, pero con esta facilidad: que me deposite una cuota mensual que no afecte su economía.
¿Aceptó?
De inmediato y nos fuimos cambiar los papeles para que el carro esté a su nombre.
¿Qué más?
Le avisé a mi hermano que me iba y no pensaba reclamar nada de la empresa.
¿Cómo siguió la historia?
Partí a Berlín donde tenía unas amistades, llegué a la casa de una amiga.
Obvio le comentaste tu proyecto
Sí. A ella un tiempo la había ayudado y como yo había estado en Perú un par de años antes, como turista, le confesé cual era mi destino.
¿Cómo reaccionó?
Me dio un dinero para que lo utilice.
¿Entonces?
Tres meses después vine a Lima.
¿Qué buscabas?
Un lugar donde nadie me conociera y alcanzar a ser diseñador.
Con poco dinero y muchos anhelos, ¿tuviste qué trabajar?
En una galería de ‘Gamarra’. Atendía en la tienda, ordenaba el local, limpiaba y solo cobraba quinientos soles al mes.
¿Sobrevivías?
Era lo que realmente pasaba, pero necesitaba trabajar y aprendí mucho de los tipos de telas.
LEE: Diseñador Jorge Luis Salinas vuelve a Gamarra para mostrar al mundo que aquí se produce ropa y buen diseño
¿Te ibas preparando?
Empecé a estudiar español y me matriculé en un curso de diseño. Vivía con la justa, pero era necesario invertir en conocimientos.
¿Dónde vivías?
Primero estuve en un cuarto de Pueblo Libre, luego me trasladé a un hospedaje en Barranco. Luego me salió un trabajo en Miraflores.
¿Tenía que ver con el diseño?
No. Conseguí un trabajo donde tenía la responsabilidad de ser el encargado de logística.
¿Eso qué significaba?
Que debía ir con un taxista a entregar computadoras.
¿No te desesperabas?
Asumía que eran los pasos para alcanzar mis objetivos.
¿Cómo sigue la historia?
Duré un año en las computadoras y me salió la oportunidad de trabajar en una tienda de ropa.
Ya estabas entrando a tu rubro
Estaba en la venta de telas y estaba cómodo. Fue entonces que empecé a diseñar pañoletas para mujer. Compraba la tela en ‘Gamarra’, las mandaba coser y las vendía a chicas de la Universidad Católica. También las puse en la venta en una tienda de Pueblo Libre.
¿Era la primera luz?
Sí y como siempre, en todos los lugares que trabajé, me gustaba aconsejar a los clientes. Un día me llamó una señora.
¿Qué deseaba?
Se iba a casar por segunda vez y quería que la ayude con el vestir del novio y sus hijos.
¡Qué tal responsabilidad!
Era mi primer pedido. Entonces decidí alquilar un local, donde era mi casa, el taller y mi centro de operaciones.
Valió la pena arriesgar tanto
Entendí tantas cosas y al resumir mi vida, puedo decir que no trates de cambiar a las otras personas, porque primero hay que hacerlo nosotros.
Un gran abrazo
A ustedes y recuerden que nunca dejen de luchar por sus sueños.