Por MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación

Hace unas semanas se conoció que , el diabólico y multimillonario mexicano, había contratado como su abogado a Jeffrey Lichtman, , el último ‘padrino’ del crimen organizado de Estados Unidos.

Los honorarios de Lichtman son inimaginables. El letrado no es nada tonto. Antes de asumir la defensa, le ha pedido a la justicia estadounidense que le garanticen su pago de los ¡14 mil millones de dólares! que tiene en sus cuentas el poderoso narcotraficante, extraditado hace 10 meses a .

Aunque parezca increíble, y pese a que abundan pruebas en su contra, Guzmán tiene esperanzas de salir librado de las acusaciones en su contra. Tal vez alguien lo ha convencido de que la justicia estadounidense tiene una regla de oro, según la cual ‘más vale cientos de mafiosos libres que un inocente preso’.

Los abogados de narcotraficantes tienen un denominador común: caminan al filo de la legalidad y lo ilícito, su apetito por el poder, el dinero, la fama y, por supuesto, el peligro y el roce con la muerte.

Uno de los que más conoce el mundo de este tipo de letrados es el periodista y escritor mexicano Ricardo Ravelo, a quien conocí y me hice amigo hace unos años cuando vino a Lima. Ravelo es autor del libro ‘Los Narcoabogados’, donde retrata a los defensores de los más célebres narcotraficantes colombianos y mexicanos.

Ravelo cuenta la vida de Gustavo Salazar Pineda, quien fue abogado, en su época de esplendor sanguinario, del poderoso narcotraficante colombiano , el jefe del Cártel de Medellín.

¿Cómo recuerda aquel primer encuentro con Pablo Escobar?, le pregunta el periodista. Salazar, quien él mismo se hace llamar ‘El abogado de la mafia’, responde: “Lo vi sereno. No era ostentoso como otros. Era un poco tímido, de buen trato, con una voz eufónica, muy agradable al oído”.

“Pero igual que la mayoría de los seres humanos, le gustaba tener el poder económico, político y dominar a los demás. Pero su mente giraba y, según el trato que tuve con él, era un hombre mentalmente rápido. Su mirada, incluso, tenía un velo de perversidad: se adelantaba a todo y a todos, dando un salto mental para desarmar al enemigo”.

Salazar llevó 500 juicios que le encargó Escobar. Ganó la mayoría de ellos. Hasta hoy disfruta del dinero y la fama, pero también durante muchos años vivió a salto de mata. Por momentos temía que su vida se podía apagar, por un balazo o por una traición.

En el libro también está la alucinante historia de Silvia Raquenel, ‘La abogada de hierro’, famosa por haber defendido a los más temibles capos mexicanos, quien logró sobrevivir a cuatro atentados.

Los capos de la droga no tienen límites para defenderse. Nos vemos el otro martes.

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