La vida posterior a la jubilación de esta abuelita es muy diferente a la que llevaba hasta 2016, cuando se desempeñaba como trabajadora social en el sistema penitenciario de Ceará en Brasil y vivía una rutina de amenazas, en especial por su papel en la defensa de las mujeres transexuales.
Josefa Feitosa, también conocida como Jo por sus amigos, es divorciada de una relación conflictiva, madre de tres hijos y abuela de un nieto. Ella decidió deshacerse de su casa, muebles y ropa. Todo lo que tiene ahora cabe en una bolsa de viaje.
“Mi cabeza era un escombros biográficos de otros”, recuerda sobre su trabajo de escuchar informes y dar apoyo a los internos, las familias y el personal penitenciario. “Decidí condenarme a la libertad y escribir mi propia historia”, confesó sobre su decisión de dejarlo todo atrás y comenzar su viaje al rededor del mundo.
En 2016, nada más jubilarse, la mujer de Ceará informó a la familia que pensaba irse para dedicarse a su sueño. El resultado de la aventura son casi 40 países visitados, divididos en dos temporadas, una en Europa y otra entre África y Asia.
Lastimosamente, no todo el mundo está de acuerdo con su decisión. Para muchas familias conservadoras, esta abuelita debía quedarse en su hogar cuidando a sus nietos, por lo que criticaron su viaje por el mundo. Aún así, su familia la apoyó completamente para que ella cumpliera su gran sueño.
Ahora lo que más le preocupa a esta jubilada es la dirección de su viaje, ya que está en la necesidad de cambiar su pasaporte. “Es que se me están acabando las páginas de mi pasaporte”, explica mientras sigue su viaje por conocer el mundo entero.
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