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El sueño de los vuelos con energía solar podría hacerse una realidad con el Solar Impulse 2, una aeronave construida por un explorador y un ingeniero, ambos suizos, y que logró en 2016 dar una vuelta a la Tierra sin utilizar una gota de combustible.

Este avión se construyó para mostrar el potencial de las energías renovables y busca convertirse en el primer vehículo aéreo comercialmente viable del mundo, capaz de hacer el trabajo de un satélite en órbita, señala .

En 2019, la empresa hispanoestadounidense Skydweller Aero se hizo dueña de este prototipo y su meta hasta el 2023 es convertirlo en el primer “pseudosatélite”.

“Un pseudosatélite es un avión que se mantiene en el aire, digamos, indefinidamente”, explicó el CEO de Skydweller, Robert Miller. “Eso significa 30, 60, 90 días... quizá un año. Y, como tal, puede hacer básicamente todo lo que uno imagina que hace un satélite”.

Tras adquirir esta aeronave, Skydweller pasó meses modificándola y logró que en noviembre de 2020, la nave volara por primera vez. Desde ese entonces hasta la actualidad, este avión ha realizado 12 viajes de prueba.

“Estamos en proceso de convertirlo en un dron”, explicó Miller. “El piloto sigue estando ahí por seguridad. Pero, ahora tenemos la capacidad de hacer volar la aeronave de forma totalmente autónoma”.

Una apuesta más ecológica y económica

Sin duda, utilizar una máquina como el Solar Impulse 2 resulta una inversión menor, puesto que construir satélites tiene un costo muy elevado, eso sin mencionar el dinero que se gasta para ponerlo en órbita, a través de un cohete, que usualmente se alimenta combustibles fósiles.

Con el tiempo, también resulta más sostenible y ecológico porque los satélites tienen un tiempo de da útil, y acaban siendo desechados, lo que suele agravar el problema de la basura espacial.

Según investigaciones recientes recogidas por CNN, las constelaciones de satélites podrían dañar la capa de ozono al liberar sustancias químicas que se queman durante su reingreso a la Tierra.

Vigilancia aérea permanente

Este proyecto ha logrado despertar el interés de organizaciones gubernamentales y privadas al mirar a esta aeronave como una herramienta de vigilancia, al igual que los satélites. Se tiene conocimiento que la Armada de Estados Unidos ha invertido US$ 5 millones en Skydweller para investigar su capacidad al momento de monitorear zonas marítimas.

Asimismo, la Unidad de Innovación de Defensa, organización de Defensa que busca tecnología emergente para el ejército de EE.UU., realizó un contrato con la empresa por US$ 14 millones para similares propósitos de patrullaje aéreo.

El Solar Impulse 2 podría encargarse también de supervisar el uso de los recursos naturales, por ejemplo, la detección de pesca ilegal en el océano, de fugas de petróleo en las operaciones de perforación en aguas profundas o de búsqueda y rescate durante los incendios forestales.

Hay formas de hacerlo con la teledetección desde un avión, pero es extremadamente difícil hacerlo desde un satélite”, indicó Miller.

“Es una verdadera carrera para ver si la tecnología o la regulación resuelven primero sus problemas. Pero, hay muchas razones para apostar por la tecnología”, señaló por su lado Jeremiah Gertler, analista de aviación de la empresa de análisis de mercado aeroespacial y de defensa Teal Group.

“Parece probable que lleguen a la meta antes de que el gobierno haya empezado a encontrar la señal de partida”, finalizó.

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