Después que el reconocido estudioso estadounidense Howard Gardner planteara la teoría de las inteligencias múltiples, aduciendo que la inteligencia humana no es una entidad única y sólida, son varios los tipos de inteligencias que han empezado a cobrar protagonismo debido a que permiten que la persona destaque según sus capacidades.
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Y a los ocho tipos de inteligencia que propuso Gardner (lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinestésico-corporal, interpersonal, intrapersonal y naturalista), se suma la llamada inteligencia existencial, que también es conocida como la novena inteligencia o como inteligencia espiritual o trascendental.
Pero, ¿en qué consiste este tipo de inteligencia?, y ¿por qué recibe el nombre de inteligencia existencial? Tal como señalan quienes han hecho eco de este tipo de inteligencia, es la que lleva a profundizar en aspectos existenciales como ¿quiénes somos?, ¿por qué estamos aquí?, ¿cuál es el propósito de la vida?, ¿qué significa ser humano?, ¿qué propósito tiene nuestra vida? o ¿qué ocurre después de la muerte?
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Si bien, se puede llegar a pensar que este tipo de inteligencia abarca temas que son tratados –por lo general– desde el ámbito de la filosofía, en realidad son inquietudes que son inherentes a todo ser humano.
Es más, en el año 2000, el mismo Howard Gardner se introdujo en la investigación de este tipo de inteligencia y sostuvo que estaba alineada con la sensibilidad por la existencia del ser humano, quien “se muestra inquieto por reflexiones sobre la trascendencia humana, sobre alfa y omega”.
HABILIDADES Y CARACTERÍSTICAS
Tomando en cuenta esta inquietud sobre aspectos existenciales, quienes desarrollan la inteligencia existencial o espiritual suelen ser pensadores abstractos y filosóficos, no en vano se dice que este tipo de inteligencia es la inteligencia de pensar en grande.
Por esa razón, quienes la desarrollan muestran interés por temas relacionados con el origen de la vida y el sentido de la muerte; y por eso también resulta casi inevitable que muestren desinterés por las prácticas sociales vinculadas al ocio o al consumo.
Tienen capacidad de autobservación y observación del entorno desde una perspectiva profunda, muestran una curiosidad y necesidad permanente de crecer a nivel existencial y ponen de manifiesto su deseo de servir y ayudar a los demás, lejos del egocentrismo.
Siempre están en defensa de valores como la paz, amor, sabiduría, bondad, verdad, armonía o la fraternidad. Y, en línea con este interés se alejan de aquellas acciones que suponen el deterioro de la condición humana como el egoísmo, envidia, usurpación o la agresividad.
Y, debido a que consideran al cuerpo como receptáculo del alma, también muestran una marcada necesidad de cuidado personal. ¿Cómo? A través de una buena alimentación, de la práctica de ejercicios físicos o de hábitos considerados como saludables.
¿CÓMO DESARROLLARLA?
Aunque es considerada como una de las formas de inteligencia más raras, resulta posible –al igual que cualquier otra habilidad– aprender a desarrollarla.
Para ello, se recomienda meditar, tomarse un tiempo para soñar despiertos, desarrollar habilidades de pensamiento crítico, promover el pensamiento holístico y, entre otras cosas, discutir con amigos o familiares sobre temas y aspectos existenciales.
En síntesis, los expertos aconsejan “poner en práctica todo tipo de actividad que nos permita entender el mundo, a los demás y a nosotros mismos desde una perspectiva más profunda y llena de sentido”.