Desde el horario de verano que se instauró en 1996, México hizo oficial su adopción horaria en la mayor parte del territorio nacional que implica un ahorro energético y mayor uso de la luz solar. Es así que el reloj se ha adelantado una hora luego del primer domingo de abril, ocasionando un cambio durante casi siete meses. Sin embargo, esto estaría a nada de cambiar.
Desde inicios de julio, el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó con la iniciativa de ley al Pleno para poder dar fin al llamado horario de verano. El argumento principal era el ahorro de energía no era visible en absoluto hacia las familias. De hecho, el Ejecutivo se amparó en estudios científicos que sugerían que el cambio de horario generaba problemas cardiovasculares y daños perjudiciales a las personas.
A 3 meses del inicio de esta prerrogativa, el Estado comenzará a ser discutido en el Senado, y en caso se dé su aprobación, todo México le diría adiós al horario de verano este presente otoño.
EL FIN DEL HORARIO DE VERANO
Luego de siete meses con este horario legal, la franja de verano de 2022 terminaría la madrugada del domingo 30 de octubre, cuyo cambio oficial sería a las 2 de la madrugada, hora en el que el reloj se atrasa una hora.
Si la prerrogativa expuesta logra ser aprobada, estaríamos ante el último cambio de hora en México, en el que se adoptaría una hora estándar basada en el horario venidero, es decir, el de invierno.
Vale resaltar que tal cambio provocaría que, como sucede entre octubre y abril, un amanecer y anochecer más temprano durante todo el año.
¿QUÉ SIGNIFICA LA ELIMINACIÓN DEL HORARIO?
Este proceso regulatorio traerá consigo que en abril del otro año no se adelanten los relojes en todo el país, salvo en los 33 municipios perteneciente a la franja de las fronteras y Quintana Roo. Hasta la fecha, no hay protestas ni campañas en contra de este cambio que regirá a mediados del próximo año.
¿QUITAR EL HORARIO BENEFICIARÁ A LOS NIÑOS?
Diversos padres de familia creen que es oportuno tal cambio en el horario nacional, ya que argumentan que no se afectará la rutina de los menores, y que al momento del ingreso a clases, ya se dispondrá de la luz natural.
No obstante, aún no hay suficiente validación científica que sustente este enunciado.