Este Búho cree que toda acción tiene una reacción. El tsunami en el que se ha convertido la inseguridad ciudadana amenaza ahogarnos a todos. Pero si antes los ciudadanos honrados, víctimas de la delincuencia, lloraban, pedían a gritos mayor seguridad, clamaban un Poder Judicial con mano dura y no con jueces blandengues o fiscales aceitados, hoy algunas cosas están cambiando. Muchos están hartos de tanto abuso, de tanta impunidad de los malditos ‘raqueteros’, ‘marcas’, ‘extorsionadores’, ‘violadores’, y comenzaron a ejercer su defensa de manera individual.
El ejemplo del dueño de un chifa, que mató a un asaltante que no solo entró a robarle, sino que encañonó a su esposa embarazada, es totalmente ilustrativo. Algunos ‘puristas’ del Ministerio Público pedían que lo metieran a la cárcel porque ‘no tenía permiso para portar armas’. Solo la indignación ciudadana ante este caso, en el que de forma descarada la justicia se ponía a favor del delincuente, hizo que el empresario saliera libre, aunque no se ha librado del proceso y tuvo que cerrar su negocio (que recién había inaugurado) por temor a las amenazas.
El caso del empresario e instructor del Ejército, Mc’Arthur Castillón, va en el mismo sentido. Retiró 16 mil soles de una agencia bancaria en el Rímac y luego ingresó con su tío a un chifa. Cuando los ‘marcas’ ingresaron con armas de fuego para robarle, Castillón midió los movimientos de los ‘choros’. Solo cuando el delincuente, a unos metros, le apuntaba en la cara, en una acción rapidísima levantó el revólver y disparó. En segundos, ese chifa parecía una cantina del lejano oeste. Mc’Arthur sí tenía permiso para portar armas y se sabe que hirió a uno de los asaltantes.
En el cine hubo filmes emblemáticos, donde ciudadanos que habían sido brutalmente afectados por la delincuencia decidieron tomar la justicia en sus manos. Charles Bronson, en ‘El vengador anónimo’, es el más emblemático. Un pacífico y exitoso arquitecto, a cuya esposa una gavilla de delincuentes viola y asesina, se convierte en un ‘Vigilante nocturno’ y mata a los facinerosos. En la siguiente saga, ya plantado, recibe otra noticia devastadora. Su única y bella hija también es violada y asesinada por indeseables. Nuevamente nace el ‘vigilante’. Siempre eludiendo el implacable asedio policial.
Pero en el celuloide, como en la realidad, siempre han existido policías que en su afán de combatir a los crueles y despiadados maleantes han cruzado la línea. Uno de ellos era mi héroe policíaco de mis tiempos de ‘cazuelero’, en el mítico Cine Mirones, hoy demolido para la construcción de edificios de vivienda. Harry Callahan, el famosísimo ‘Harry, el sucio’, que encarnara el gran Clint Eastwood. Siempre me gustó el estilo de ‘Harry’. No tenía contemplaciones con los temibles delincuentes.
En sus enfrentamientos con los homicidas no había arrestos, todos caían bajo las balas de su temible revólver. “La culpa de esas muertes no las tengo yo. Ellos no quieren rendirse ante nosotros”, le decía al jefe de la policía que lo recriminaba. “¿Quiénes nosotros, si tú estabas solo, Harry?”, le preguntaba intrigado su superior. Y este le respondía: “No, estábamos yo y mi Magnum”. Nunca olvidaré cuando de chibolo vi a ‘Harry, el sucio’ enfrentarse a ‘Scorpio’, un maldito asesino en serie que mataba día a día a inocentes transeúntes desde una azotea, con un rifle de francotirador.
Los homicidas a los que enfrentaba Harry no eran malos, sino remalos, sanguinarios, psicópatas. Ese ‘Scorpio’ pedía dinero para no seguir matando. También secuestró a una jovencita a la que violó, encerró en un pozo y mandó un ultimátum: “Paguen el rescate, porque la chica solo tiene aire para tres horas más”. Lo más alucinante es que ‘Harry’ logró capturar a ‘Scorpio’ y le metió un balazo en la pierna para obligarlo a decir dónde estaba escondida la muchacha. Lamentablemente, cuando llegaron, ya había muerto.
Y lo peor es que la justicia dejó ir a ‘Scorpio’, pues su confesión fue “obtenida bajo tortura del oficial Callahan”. Increíble. Al final, el asesino volvió a secuestrar, esta vez un bus repleto de niños, pero ‘Harry’ logró mandarlo al infierno. Para derrotar a la delincuencia extrema se debe tener una premisa. Los delincuentes son los malos, los que roban, matan, causan dolor a los ciudadanos inocentes y honrados. Que no lo olviden algunas autoridades demasiado permisivas. Apago el televisor.
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