Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sudado de pescado con arrocito blanco, rodajas de rocoto, jugo de limón y, para la sed, una chicha morada fresquecita. “María, el violento terremoto del sábado en que mató a unas 300 personas, nos recuerda que los peruanos también podemos padecer un sismo igual o más destructivo, por lo que debemos estar preparados. Nuestro país está en el Cinturón de Fuego del Pacífico, ubicado en las costas del océano Pacífico (América y Asia) donde se concentra la mayor cantidad de terremotos y actividad volcánica del mundo. El Perú históricamente ha sufrido innumerables terremotos y tsunamis devastadores. Uno de los más recordados es el de 1746, de 8,8 grados, considerado el mayor sismo de la historia de Lima, y estuvo acompañado de un maremoto. Ocurrió de noche, mató a unas 20 mil personas y destruyó la capital y el Callao. En el puerto, solo 200 personas se salvaron, de una población de cinco mil. Otro más reciente y terrorífico fue el de 1940. De 8,2 grados, provocó más de mil muertos y las zonas más afectadas fueron La Molina, Barranco y Chorrillos. Uno de los terremotos más violentos de los últimos años ocurrió el 15 de agosto del 2007, en Pisco e Ica. Fue de 7.9 grados, mató a más de 600 personas y medio millón quedaron damnificados. Duró cerca de tres minutos y en Lima, a 150 kilómetros, se sintió con una fuerza espantosa y varias casas y edificios sufrieron rajaduras. Han pasado nueve años y los pobladores de Ica y Pisco hasta hoy padecen las consecuencias, por la falta de apoyo del Estado. Muchos perdieron sus casas y hasta hoy viven en chozas de esteras y plástico. Que un terremoto no nos coja desprevenidos. Por eso:

- Hay que tener al menos una mochila de emergencia a la mano (con agua, medicinas para los enfermos, botiquín, manta polar, comida enlatada, pilas, radio portátil, encendedor, plumones, plástico, linterna, cuchilla multiusos, gel antibacterial, toallas de mano y cara, pañitos húmedos, dinero en monedas, agenda con números de teléfono, llaves de casa, del auto, silbato, etc.).

- Señalar las zonas seguras y rutas de escape de la casa, el centro de trabajo, colegios o donde estemos la mayor parte del tiempo.

- Tener siempre a la mano botines o cualquier calzado resistente, ropa abrigadora, documentos.

- Alejarse de los lugares donde hay vidrios y objetos que pueden caer y lastimarnos.

- Salir a los lugares despejados sin correr ni empujar. s Tratar siempre de mantener la calma y ayudar a los más pequeños, ancianos y enfermos”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por , , y puedes suscribirte a nuestro newsletter.

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC