Viene la Rusita de Pancholón, que planea dejar bien a los varones.
Viene la Rusita de Pancholón, que planea dejar bien a los varones.

El Chato Matta llegó al restaurante por un cebichito de fortuno con calamares y un sudadito de chita con limón y rocotito molido. Para calmar la sed pidió una limonada frozen. “María, mi hermano Pancholón me timbró al celular. ‘Chatito, vente volando al sauna porque ya mandé cambiar las hierbas y le están poniendo cascaritas de naranja y piña’.

Cuando llegué, Pancholón estaba hablándole emocionado al catedrático Onur. ‘Mi hermano, ni bien se enteraron de que mi abogada tóxica está en Caracas, mis amigas cariñosas me han empezado a llamar día y noche. Arranqué con el pie derecho este 2025. Pero sí me sorprendí que logró ubicarme después de cinco años mi linda rusa, a quien yo llamaba ‘La Pancholona’, ya que su nombre era muy difícil de pronunciar y escribir.

Me acuerdo que la conocí en Sochi, un balneario de Rusia, la verdad, uno de los más lindos que he conocido del mundo. Allí llegué para apoyar y ver a la selección peruana que jugaba su último partido del Mundial Rusia 2018, donde ganó a Australia 2 a 0 con goles de Carrillo y Paolo Guerrero. Ya Perú estaba eliminado, pero la gente cantaba llorando ‘Contigo Perú’ en todos los estadios’.

‘Yo tenía un compañero de aventura que también salió ganador con las lindas rusas. Me acuerdo que varios periodistas deportivos me querían ‘partir’. Uno de ellos hasta quiso sorprender a mi rusa diciéndole que hacía sus informaciones en vivo y en directo para su medio de comunicación. Yo solamente lo miraba y a mi amigo le decía: ‘Estos para mí son unos novilleros, pero el matador que va a cortar rabo y oreja soy yo’.

A mi rusa la tenía loca con mis relatos. Le gustaba cómo narraba los goles de Rusia y de Perú. También le encantaba cómo bailaba salsa. En pleno hotel me convertí en su profesor de baile de salsa y cumbia. Ya en la noche íbamos a su departamento, que compartía con sus amigas rusas. Cada una tenía su cuarto y no sabes lo que era. Ella se sorprendió con mi famoso ‘salto del chanchito’.

La verdad, me enamoré y quedamos en que le iba a comprar los pasajes para que venga al Perú a conocer Machu Picchu y que mi ‘salto del chanchito’ lo íbamos a hacer en lo alto del Huayna Picchu. Pero no se dio porque me enfermé de gravedad. Estaba entubado en cuidados intensivos y esos años yo estaba casado. Mi celular lo tenía mi exesposa, así que cuando la rusita me llamaba, mi mujer la bloqueó de todas mis redes. Me recuperé y quise comunicarme con ella, pero no podía porque no sabía su nombre verdadero, ya que yo la llamaba ‘La Pancholona’.

Estoy emocionado porque viene mi rusita y por supuesto voy a dejar bien a los varones, dame que te doy, la vida es una sola, papáaaaaaa’”. Ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza, lo único que piensa es en sexo. Va a terminar solo, viejo y enfermo. Me voy, cuídense.

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