El fotógrafo Gary llegó al restaurante por su papa a la huancaína y un delicioso arroz con pollo, parte pierna, además de una jarra de chicha morada heladita. “, leo las noticias procedentes de , donde se siguen cometiendo tropelías, abusos y hasta asesinatos por parte del impresentable dictador Nicolás Maduro, y no puedo entender cómo políticos peruanos como Verónika Mendoza y el procesado por corrupción por peculado, Gregorio ‘Goyo ‘Santos, se han convertido en los defensores de un régimen que no solo mata de hambre al pueblo, sino que los priva de los más elementales servicios, como el agua y la luz. ¿Se imaginan en un país caribeño con temperaturas que en verano sobrepasan los 40 grados, no tener luz para conectar ventiladores, refrigeradora para guardar alimentos perecibles o agua para bañarse o cocinar? Ni qué decir de la ausencia de medicinas -lo más grave- y ya ni hablar de papel higiénico o jabón, que de por sí resulta traumático. Y encima, en esa pobre nación no hay libertad. Si sales a la calle a protestar te balean y masacran, no solo la policía y el ejército del Gobierno, sino las hordas de paramilitares chavistas, ejércitos armados de los barrios marginales, que por unos bolívares y migajas de comida salen dispuestos a hacer el trabajo sucio y reprimen las protestas de estudiantes y trabajadores.

Resulta inadmisible que un parlamentario comunista, como el ‘dinosaurio’ Justiniano Apaza, pida que devolvamos a Venezuela a los inmigrantes, que les impidamos ingresar al país. Muy pocos se acuerdan de cuando Venezuela vivía el boom del precio del petróleo y miles de peruanos viajaban a buscarse un futuro mejor en la patria de Bolívar. Y tampoco recordamos cómo en la época de la hiperinflación de Alan García y el terrorismo de Sendero, miles de peruanos partieron a Estados Unidos, España e Italia. Y cuando Fujimori despidió a miles de empleados públicos, otros muchos migraron aquí cerca, a Chile y Argentina, e incluso varios ¡hasta Japón! ¿Con qué autoridad ahora algunos insultan, requintan, amenazan a los centenares de venezolanos que honradamente se ganan la vida de las más disímiles maneras? Pues aquí han llegado profesionales de todas las carreras y para empezar, están trabajando en chambas más humildes, desde vendedores ambulantes o mozos hasta dependientes en comercios. Antes de pensar en discriminar a un hermano latinoamericano, tengamos en cuenta que llegó a nuestro suelo no con la malévola intención de quitarle el laburo a nadie, sino empujado por una terrible necesidad. Quienes dicen que han llegado ‘venecos’ delincuentes, hay que decir que en una migración tan compulsiva, es lógico que se filtren ‘manzanas podridas’, tal y como sucede con los peruanos en Chile y Argentina, pero en la gran mayoría de estos casos se trata de un migrante que viene a sacarse la mugre para trabajar y progresar”. Pucha, Gary tiene razón, tengo muchos familiares trabajando en Chile, Argentina e Italia, no quisiera que en esos lugares los discriminen. Me voy, cuídense.

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