Valerosos policías (Foto: Andina)
Valerosos policías (Foto: Andina)

Mi amigo, el redactor gigantón ‘Barney’, llegó al restaurante por su tallarín saltado con carne de lomo adobada con sillao y su jarra de chicha morada fresquecita.

“María, me encontré en la Redacción con el legendario periodista de policiales, ‘El Sonámbulo’. Estaba con su gabán negro y fumaba un cigarro tras otro. ‘Barney’ -me dijo- ayer recibí la sorpresiva llamada telefónica de mi amigo, el general, al que conocí como un bravo alférez que combatía la delincuencia en las zonas rojas del Callao y me daba ‘pepas’ para el diario. ‘Sonámbulo, van a llegar unos colegas a mi búnker. Ven que quieren almorzar contigo’.

María, llegué puntual y me encontré con seis policías veteranos, todos pasados ya al retiro. Ninguno pudo llegar a general pese a que, por su accionar, son verdaderos héroes de la Policía Nacional. Se trataba de los valerosos efectivos de la comisaría del pueblito de ‘Armonía’, en las alturas de Jauja. Por esa época, los cobardes terroristas de Sendero Luminoso, por ordenes directas del sanguinario Abimael Guzmán, atacaban con hordas de más de cien subversivos a los puestos policiales en provincias. Esa vez le tocó el turno al puesto de ‘Armonía’, donde de noche llegó una columna de sesenta terroristas con dinamita y fusiles.

Primero degollaron al gobernador y al alcalde. ‘No vamos a desperdiciar balas en estos soplones’, vociferaban. Los invitaron a rendirse, pero los policías no iban a dejar que los senderistas se llevaran todas las armas, además los iban a asesinar.

El combate se prolongó hasta el día siguiente. Los policías eran valerosos y tenían buena puntería. El alférez, a cargo del puesto, le dio una orden al guardia Mamani, un recio hijo de campesinos de una comunidad de Junín. ‘Has sido campeón de maratón. Sal por atrás y corre a pedir refuerzos. Nosotros te cubrimos’.

El guardia de veinte años corrió como si estuviera en los Juegos Olímpicos. Los terroristas lo perseguían a balazos, pero no pudieron alcanzarlo. Mamani llegó horas después a Jauja, botando espuma, y dio la noticia.

Un convoy militar y policial enrumbó raudamente y en helicópteros hasta las alturas de Armonía. Los terroristas huyeron cobardemente y ni siquiera se llevaron a sus veinte muertos. Los heroicos policías tuvieron cuatro bajas. Ahora, después de más de treinta años, me encontré con algunos de aquellos valientes oficiales. Ellos me abrazaron. ‘Sonámbulo’, ahora que las autoridades del gobierno agarran de ‘piñata’ a la Policía, por culpa de algunos malos elementos, deberían enterarse de las acciones heroicas de uniformados en las épocas negras del terrorismo”.

Pucha, qué tal historia. Me voy, cuídense.


Contenido sugerido

Contenido GEC