El Chato Matta llegó al restaurante por una deliciosa papa a la huancaína y unos tallarines rojos con una tremenda presa de pollo. “María, el viernes estaba por irme a dormir después de trabajar todo el día, pero sonó la ‘llamada ganadora’ en mi celular. Era el gran Pancholón. Se escuchaba salsa a todo volumen.
‘Chato, no seas malo, cómo te vas a dormir, si la vida es una sola y la noche es joven. Baja urgente’. Cuando llegué, el gordito ya estaba movido y cantaba a todo pulmón uno de sus temas preferidos de Josimar. ‘Yo soy un vagabundo/ que anda por el mundo/ derrochando amor/ Yo soy un mujeriego/ Pobre, muy sincero/ con el corazón/ Me gusta la farra y las mujeres buenas/ Vivir con amigos vaciando botellas/ Me gusta la vida, me encanta el amor/ Soy aventurero con el corazón...’.
Había una botella de Cartavio XO en la mesa. 'Chato, la cuarentena me tiene loco, estresado, por eso me tomo unos traguitos a puertas cerradas sin hacer escándalo. Ayer -me contó- me di una escapada a La Posada con ‘La reina de la cumbia’ y terminé peor que los de Binacional frente a River, molido, trapo, pero eso sí, dejé bien a los varones.
Llevo más de treinta años caminando de noche, la próstata la tengo como una pelota de béisbol y el naturista me ha mandado baños de asiento con agua de llantén. He tenido muchas mujeres, algunas dejaron huella en este pechito.
Cindy era ‘caballo grande’, con caderas más atrevidas que las de Shakira. Uno es humano y perdí la cabeza por ella, hasta mi señora se dio cuenta. Una noche de lujuria me dijo: ‘A nadie le he entregado todo mi cuerpo como a ti. Todo, Pancho... hasta mis orejitas son tuyas, mi tigre, mi rey, mi papi’.
Pero era fulera, pues sabiendo que yo estaba casado, me chupeteaba el cuello y el pecho, y me besaba con rímel mis camisas. Se loqueaba en la intimidad. Una noche sacó una navaja, cuando estaba encima de mí en plena faena en La Posada, y me encaró con los ojos desorbitados: ‘O dejas a tu mujer o me corto las venas, maldito’.
No sabía cómo sacármela de encima hasta que un día se apareció el ‘Rey del choclo’ para enamorarla. ‘Panchito, escoge, o te quedas conmigo o acepto a Toño, quien me ha propuesto matrimonio. Dice que no importa que no lo ame, está loco por mí’.
Le canté la cruda. ‘Cindy, aprovecha. Yo soy un perro, nunca me he enamorado y moriré así. Cásate con el cholo y podemos vernos a escondidas’. A las tres semanas me llegó un parte de matrimonio. Me estaba invitando a su boda.
La llamé y nos encerramos en el hotel dos días antes de que se case. Le di su regalo y ella me dejó otro chupetón. Ahora está bien casada, tiene dos hijos y vive en Estados Unidos'”. Pucha, ese Pancholón es un cochino mujeriego. Me voy, cuídense.