Mi amigo Gary llegó al restaurante por su seco de cabrito a la norteña con pallares chinchanos, su ensaladita de cebolla y una jarrita de chicha de jora. “María, según un artículo de la prestigiosa revista Forbes, la base sobre la que se sustenta toda empresa o negocio es el buen trato al cliente. Muchas veces, cuando voy a un centro comercial, una empresa o alguna oficina de una institución pública, el personal no actúa adecuadamente, pues lo hace con indiferencia o demora, como si cumplir su trabajo les causara molestia. Y ni qué decir de los cajeros y oficinistas que, cuando uno se acerca a hacerles una consulta o realizar un trámite, los encuentra limándose las uñas o hablando por teléfono sin prestar atención a nada más. Está demostrado que una empresa, por muy buenos que sean sus productos o servicios, no logrará tener éxito si su trato al cliente es malo. En estos tiempos, la competencia es cada vez más feroz, muchos comercios manejan los mismos productos o similares, los grandes supermercados venden prácticamente ‘de todo’ y los sitios de venta directa a través de Internet van en aumento. Todo ello ha dado como resultado consumidores cada vez más educados y exigentes, que buscan productos de calidad, un buen servicio y a bajo precio.
- El saludo es el punto de inicio: Sin importar si el negocio está lleno o hay poco movimiento, todo cliente que entra debe ser recibido con algunas palabras de ienvenida. Basta un simple ‘buenos días’.
- Busque la satisfacción total de cada cliente: La idea es que cada cliente salga cien por ciento satisfecho. No existe nada más importante que un cliente.
- No califique a su cliente por su apariencia: Hay quienes dicen que ‘como te ven, te tratan’, pero el hecho de que una persona no luzca como un posible comprador no implica que no pueda serlo.
- Déjelo que tenga su espacio: Ellos necesitan su espacio. Algunos clientes van a ser muy amigables y abiertos desde un principio, pero otros se sentirán incómodos si usted trata de acercarse demasiado.
- No lo interrumpa, escúchelo: Controle su ansiedad por convencer con prontitud, espere que termine de hablar. Recuerde, ‘cuando el cliente está hablando, el cliente está comprando’.
- Vaya al compás del cliente: Un tono más relajado, más sencillo, puede ser apropiado para algunos clientes, mientras que otros responderán mejor a uno más formal. Analícelo rápidamente antes de continuar.
- Brinde una atención rápida: Es una de las cosas que ellos más aprecian”.
Mi amigo Gary tiene razón, por eso yo trato bien a mis clientes. Me voy, cuídense.
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