Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sabroso riñoncito al vino con arroz blanco graneadito y una jarra de cebada al tiempo. “María, la inseguridad ciudadana es el principal problema del país. Ya nadie está seguro en las calles. Antes, los falsos taxistas, en realidad avezados delincuentes, colocaban sus stickers y salían a recorrer las calles, sobre todo en las noches, para recoger a sus ‘víctimas’. En ‘horas punta’ circulaban por distritos residenciales donde se ubican empresas y locales comerciales, esperando que los tomen jóvenes secretarias, vendedoras, ejecutivas.
Mujeres que por no tomar transporte público preferían pagar una carrera en taxi para viajar cómodas, sin saber que subían para vivir una pesadilla. Todos los días las comisarías recibían denuncias de jóvenes que salían del trabajo y eran asaltadas por estos miserables. Ante esta dramática situación, pues en Lima cualquiera puede agarrar un carro, colocar su letrero y ‘salir a chambear’, con la inseguridad que representan, comenzaron a aparecer en el mercado del transporte público los llamados ‘taxistas por aplicación’ vía teléfono celular.
Las empresas taxi vendían el ‘producto’ señalando, en algunos casos, que sus choferes son profesionales que trabajan ‘en sus horas libres’, por lo que sus tarifas son más accesibles, además, llegan mucho más rápido, pues desde la central mandan al conductor que está más cerca de la zona donde se hace el pedido de servicio. Al principio, parecía que este nuevo sistema funcionaba. Era más rápido, el costo asequible y los choferes personas educadas. Pero después comenzaron los problemas. Varios clientes denunciaron que habían sido asaltados. También las pasajeras eran víctimas de acoso sexual.
Estos casos se revelaron en la televisión, y los responsables del sistema prometieron que iban a ser más rigurosos a la hora de seleccionar el personal. Pero la situación ha empeorado. En un operativo, los tigres del ‘Escuadrón de emergencia’ capturaron a los peligrosos ‘Malditos de Uber’. Un delincuente se inscribía en el servicio y a la hora de recoger pasajeros llamaba a un cómplice para que con otro auto los intercepte y robe todas las pertenencias de las víctimas y, de paso, al chofer para ‘limpiarlo’ del robo. El conductor, incluso, tiene denuncias por violación. María, la inseguridad no tiene cuándo acabar, pues los verdaderos y honestos taxistas Uber también son víctimas de atracos.
Ellos reciben llamadas de carreras en el Callao y, cuando llegan a su destino a recoger al pasajero, les caen tres malditos ladrones que los despojan de su celular y dinero. Esa pobre mujer que tomó un ‘Taxi Beat’ ha quedado desfigurada. Las empresas son las responsables. Junto a la policía deben hacer un registro minucioso para detectar a estos delincuentes que están al acecho para asaltar, robar y hasta ultrajar”. Pucha, es un martirio lo que se vive a diario. Es preferible tomar el taxi de un conocido. Me voy, cuídense.