Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz con pollo y papa a la huancaína. Para tomar pidió una jarrita de cebadita tibia. “María, la cosa está dura en el Perú. La economía no marcha bien y encima nos caen como siete plagas el fenómeno de El Niño, el dengue, Guillain-Barré y ahora otra vez los revoltosos de la ‘toma de Lima’, que han amenazado con causar alboroto, daño y ahuyentar a los turistas. Aparte, la inseguridad es pan de cada día con asesinatos, robos, estafas y extorsiones.
Aun así, no debemos cejar en nuestros proyectos. La vida está llena de retos y en ese camino encontraremos miles de obstáculos que hay que sortear para alcanzar el éxito. Mucho tiene que ver con la actitud que tenemos. Es importante levantarse con una sonrisa y las ganas de gritar ¡hoy me voy a comer al mundo! Como decía el escritor inglés Rudyard Kipling: Si piensas que estás vencido, lo estás. Si piensas que no te atreves, no lo harás. Si piensas que te gustaría ganar pero no puedes, no lo lograrás.
Mis respetos para esas mamitas de los mercados que salen todos los días de madrugada a vender sus productos al mercado y tratan cariñosas y alegres a sus caseritos, así se mueran de sueño y cansancio, pero por sus familias están dispuestas a dar todo. O a los profesores de colegio que deben lidiar con decenas de mocosos bullangueros y aun así siguen teniendo las ganas de enseñar.
La esperanza es lo último que se pierde. Mientras vean una luz al final del camino, deben seguir y coronar sus deseos. También debemos tener confianza en nosotros mismos, en nuestras capacidades y habilidades. No debemos salir de casa derrotados, sino con valentía y buenas vibras. Hay que salir sintiéndonos guapos, con energía y muy importantes. Todo está en el cerebro.
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