El fotógrafo Gary llegó al restaurante por sus tallarines al pesto con su papita amarilla y con un tremendo churrasco a la inglesa. Para beber, se pidió una jarrita de anís calientito. “María, llegué temprano a la redacción y me encontré con el legendario periodista de policiales, El Sonámbulo. Mi amigo es tan importante en el esquema de la redacción, que el editor le ruega que no se vaya de vacaciones. Es el mejor periodista policial del país y le dijo una frase histórica al director del diario cuando le propuso ser jefe. ‘Yo nunca seré jefe, soy un periodista de calle, y con mayor razón si hago policiales. Hay que oler la sangre para hacer una crónica honesta y que la sientan los lectores. Pero eso sí, págame como si fuera jefe’. Y director le aumentó el sueldo. El Sonámbulo le gusta hablar de su experiencia profesional con estudiantes de periodismo: El gordito fogoso que siempre interviene, le pidió que hable de los personajes mas entrañables en la literatura policial peruana.
El periodista respondió: Para mí el pionero de la narrativa policial en el país es un escritor nunca valorado llamado Enrique López Albújar. Es el Raymond Chandler de los Andes. Un grande nunca valorado. Lo leí en el colegio. ‘El campeón de la muerte’ fue mi cuento favorito y les relato la historia: Hilario Crispín, un indio de malvivir, rapta a Faustina, hija de Liberato Tucto, la viola y la mata. Y en el colmo del sadismo descuartiza el cuerpo y se lo entrega a su padre. Liberato jura vengar la muerte de su hija y contrata al mejor tirador o illapaco, llamado Juan Jorge. Pero no quiere simplemente que mate a Hilario al primer disparo, sino que lo haga sufrir de manera paciente y metódica, disparándole diez tiros y que el último le cause la muerte. Juan Jorge acepta, pero le advierte al viejo que todo eso le costará cuatro toros y diez carneros como pago. El tirador cumple el trabajo, acompañado de Liberato, que contempla gozoso la lenta agonía del asesino de su hija. Y para finalizar, Juan Jorge extrae el corazón de Hilario, para comérselo. Y dijo: es un cholo malo, pero muy valiente. Los estudiantes se quedaron con la boca abierta. Señor Sonámbulo, dijo la chibola bonita a quien llamaban ‘Hisper’, ¿eso sucedió en el país? Sí Dianita, en la la sierra de Huánuco. Allí donde el gran López Albújar se desempeñó como juez. Pucha ese señor Sonámbulo es un verdadero maestro. Me voy, cuídense.
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