Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su sopita de menudencia, tallarines con pollo más huancaína y, para tomar, refresco de maracuyá. “María, el Perú y el mundo están en crisis. No solo por la pandemia que dura dos años, sino también por la guerra en Ucrania, que ha disparado los precios.
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Mucha gente se ha quedado sin trabajo o sufre porque los alimentos cada día están más caros. Ir en estos días a un mercado es como estar en una película de terror para las amas de casa. Y ni qué decir del transporte debido al alza de la gasolina.
Son tiempos difíciles para muchos, aunado a la crisis política en el Perú, que ya lleva casi seis años, donde hemos tenido ¡cinco presidentes! Pero en estos momentos difíciles sale a relucir toda nuestra capacidad, creatividad e inventiva para emprender proyectos o hacer realidad nuestros sueños.
Miren nomás el ejemplo de los Añaños, quienes en los ochenta, en Ayacucho, eran unos modestos comerciantes de cerveza y tenían una bodeguita. La ciudad estaba aterrorizada por Sendero Luminoso, que atacaba los camiones que llevaban a esa zona del país las botellas de Coca-Cola y Pepsi Cola, productos que para ellos eran del ‘imperialismo’.
Así, Huamanga se quedó desabastecida de gaseosas. La familia, entonces, decidió invertir en la producción local de bebidas. Con préstamos y otros ingresos, invirtieron treinta mil dólares y sacaron su primer producto: Kola Real.
Hoy, la empresa fundada por ellos, Aje Group, tiene ingresos anuales por 300 millones de dólares y es una transnacional con plantas en Asia, México, Estados Unidos y otros países.
También están los Wong, cuyo patriarca Erasmo Wong fundó una bodega en San Isidro, que fue un éxito por el excelente servicio que daban. Tiempo después los hijos, con estudios superiores, llevaron el negocio a otras ligas, con sus supermercados Wong y Metro.
Ninguna de esas dos familias era rica. Pero tenían empuje, imaginación, decisión y valor. Hace unos años, los Wong vendieron su empresa de supermercados en casi ¡seiscientos millones de dólares!
Entonces, una crisis no es para hundirnos en la depresión o la locura. Muchos empezaron sus negocios o emprendimientos de forma modesta. Poco a poco fueron aprendiendo cosas nuevas, probando la respuesta de los clientes, mirando lo que hacía la competencia y llevando cursos de administración de negocios.
Lo importante era no perder el objetivo y tener mucho sacrificio, sobre todo dejar horas de ocio y diversión en bien del proyecto. ¡Sí se puede!”. Mi amigo Gary tiene razón, me voy, cuídense.
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