Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos ricos tallarines verdes con su bistec apanado encima y una jarrita de chicha morada al tiempo. “María, como experimentado reportero gráfico, que acompaña a los ‘tigres’ de Policiales Yucrita, Cirilo y Mónica, todos los días veo cosas terribles. Pero un periodista, por más curtido que sea, jamás debe dejar de estremecerse e indignarse. Compruebo ahora el grado de putrefacción en el que están envueltos algunos jóvenes. El caso de Shirley Silva Padilla, quien mató a dos hombres en una sola noche, entre ellos un trabajador ‘chifero’, simplemente porque no le gustó la cantidad de pollo que le puso en su plato, me dejó indignado, pero también triste, porque no sé hasta dónde vamos a llegar con esta sociedad enferma. Esta muchacha tiene apenas 22 años y ya es una sanguinaria asesina que narra sus crímenes con total sangre fría. “Estaba en el chifa y no me dieron pollo, el señor quería que le pague. Le mordí el brazo y entonces cerraron con llave y no vi cuando le disparé. Solo apunté y disparé. De ahí nos fuimos a un bar con mi amigo”, confesó ante la policía. Incluso, por momentos sonreía demostrando que para ella la vida no vale nada.‘Sí, le metí plomo’, repetía sin culpa alguna Shirley, quien en sus redes sociales, horas antes, posaba con su arma de fuego, como dando a entender que ella poseía poder sobre el resto.
Para el psiquiatra Carlos Bromley, Shirley es la consecuencia de una sociedad enferma, donde las familias crían hijos sin valores, sin amor ni respeto, sin autoridad ni control. “Los psicópatas no guardan respeto por la vida. Para ellos, matar es lo mismo que comer. No tienen tolerancia a la frustración y si algo no les gusta, actúan por impulso, sin pensar en las consecuencias de sus actos. No se arrepienten de sus crímenes”, precisó el especialista. Lo más probable es que esta mujer haya sido criada en una familia disfuncional, donde carecía de atención y, sobre todo, de cuidados. “Se ha rodeado de personas con las mismas características delincuenciales. Esto incrementó su grado de agresividad y sus desórdenes mentales”, acotó Bromley. No cabe duda que este caso traerá cola y no es para menos, pues muchos delincuentes, criminales y asesinos siguen cometiendo delitos porque se sienten amparados por la endeble justicia que nos rige.
“De alguna manera, todos somos cómplices de que esto siga ocurriendo. El Ministerio Público y el Poder Judicial son ineficientes. Hasta que esto no cambie, nuestra sociedad seguirá empeorando”, alertó Bromley. María, este caso me reafirma que todos debemos estar muy alertas con las personas que nos rodean. No podemos confiarnos en nadie, pues existen muchos psicópatas cerca. Hay que cuidar a nuestros hijos de estos enfermos y criarlos con amor y valores”. Pucha, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.