Mi amigo Gary siempre se acuerda de mí y no deja de comunicarse. “María, buena idea esa de buscar fotos familiares del pasado para publicarlas en las redes sociales, como Facebook y Twitter, que se llenan de este tipo de recuerdos. Nos permiten no solo comparar tiempos, épocas pasadas, con los momentos actuales, sino también detectar qué es lo que ha cambiado para mal. Por ejemplo, vi una foto de una reunión familiar de las de antaño, con los papás, los hijos, los abuelos, los tíos y los primos, todos reunidos en casa, conversando, jugando, riendo.
Al lado, colocaron una foto actual donde todos están en la sala, pero mamá, papá y los hijos tienen el celular en la mano y los ojos clavados en la pantalla, chateando, chequeando las redes, jugando en línea. Es decir, todos juntos, pero a la vez distantes. Se trata de una realidad virtual que nos ha alejado del mundo real. En otras publicaciones incluyen fotos de los juegos de los niños de antes, las canicas, la chapada, lingo, el trompo, las escondidas. Alegría total. Y al costado, los juegos infantiles y juveniles de ahora, todos relacionados con el celular o la computadora. Con chicos adictos a la tecnología y al sedentarismo. Conectados a la red, pero desconectados de la realidad.
Esta cuarentena nos está permitiendo entender muchas cosas, María. Una de las principales es la importancia de la unión familiar que, debido al ritmo de vida de ahora, la creación de nuevas necesidades superfluas y el desmedido uso de la tecnología, se ha ido debilitando enormemente. Hoy, por lo general, los padres y los hijos ya no desayunan, almuerzan y cenan juntos, como antes. Cada uno lo hace por su lado y nadie conversa, apenas se dirigen unas palabras, a veces un ‘sí’ o un ‘no’ es lo único que pronuncian durante horas en casa.
Cuando los hijos se van a dormir, ya pocos se despiden con un ‘hasta mañana’. Igual al levantarse, pocos dicen ‘buenos días’. Son escasas las muestras de amor y consideración. Si un niño saluda o expresa su respeto a un adulto, es blanco de la burla de sus compañeritos. Tal vez estemos a tiempo de cambiar, de enmendar los errores. Ojalá el aislamiento social y la Semana Santa, días propicios para reflexionar, lleven a las familias a entender la importancia de la unión en el hogar, del cariño, el respeto y los demás sentimientos y manifestaciones que nos están haciendo mucha falta”. Tiene razón mi amigo Gary. Me voy, cuídense.