Mi amigo, el fotógrafo Gary, me llamó al celular para contarme las últimas del diario.
“María, aquí en la Redacción extrañamos tu rica sazón. Qué injusticia que no le hayan dado la autorización para funcionar solo por ser un restaurante pequeño, y ahora nosotros tenemos que pedir por delivery a una cadena conocida, pero no pasa nada con sus menús. Cómo añoro ese riquísimo riñoncito al vino con su arroz graneadito. Bueno, te cuento que llegué tempranito al diario y me encontré con el legendario periodista de policiales, El Sonámbulo, quien llegaba de una comisión del Callao… Gary -me dijo- así como los informales tomaron las calles de La Victoria, así los ‘apretones’, ‘marcas’, ‘raqueteros’, extorsionadores, sicarios, ‘robacarros’, ‘robacelulares’ y otras lacras rompieron su ‘cuarentena’ y están haciendo de las suyas a plena luz del día o durante el ‘toque de queda’.
Mi amigo, el influyente general de la Policía Nacional, al que yo conozco desde que era un joven alférez de una comisaría pequeñita y se emocionaba cuando le sacaba sus capturas; después, cuando fue comisario en Maranga me llevaba a comer ceviche a ‘La Furia Chalaca’. Él siempre ha sido perfil bajo, pero ahora es uno de las cabezas en la lucha contra la criminalidad. Me vino a recoger a la medianoche al diario.
Subí a un carro policial sin placas e ingresamos a un tétrico sótano de un gran edificio. ‘Sonámbulo, amigo, a los tiempos que te veo. Este es mi cuartel general. Muy pocos saben de su existencia. Las organizaciones delictivas nos han infiltrado. Por unos buenos fajos de dólares les datean dónde vamos a dar un ‘golpe’, un allanamiento, igualito a la película ‘El infiltrado’ o la serie de Netflix, ‘Bad Blood’. Por eso en este ‘Bunker’ solo trabaja mi equipo de confianza.
La delincuencia ha vuelto con fuerza. A los criminales ya se les acabaron sus ‘guardaditos’ que tenían fondeados y han salido hambrientos a robar, secuestrar, extorsionar, asaltar al paso y los sicarios han vuelto a cometer sus sanguinarios ‘trabajitos’ y están tan desesperados por matar y cobrar su pago que no dudaron en acribillar una camioneta donde su ‘objetivo’ viajaba con su hijita de nueve años y también murió acribillada. Esto tiene que parar. Vamos a repotenciar nuestro Servicio de Inteligencia. Tenemos que ‘trabajar’ con nuestros ‘Fites’, los que nos datean los movimientos de las bandas en los barrios picantes. En estos días vamos a dar varios golpes a estos malditos”. Pucha, la policía tiene arduo trabajo. Me voy, cuídense.