'Pepito' perdió la cabeza por una 'chibola'.
'Pepito' perdió la cabeza por una 'chibola'.

El Chato Matta llegó al restaurante por una espectacular pachamanca a la olla con carne de res, pollo, chanchito, papitas nativas y ajicito molido. También se pidió una jarra de chicha morada heladita. “María, los años se pasan volando. Quién diría que ya estamos en 2020. La vida es una caja de sorpresas. Soy de barrio, callejero y he visto tantas cosas que ya muy pocas me sorprenden. Caminando por Polvos Azules me encontré con un amigo de años.

Hace mucho que no lo veía, pues le perdí el rastro. Abandonó a su esposa para irse con su joven amante, una secretaria de su empresa. Él era dueño de una flota de buses. Tenía hijos grandes y a todos les pagaba los estudios en buenos colegios, pero de la noche a la mañana perdió la cabeza por la guapa ‘Reina’. La chica era un bomboncito. Siempre iba a trabajar en minifalda y todos le ‘tiraban maicito’.

Un día, ante la sorpresa de todos, el hombre se fue de su casa tirando la puerta. ‘¡Adiós, vieja loca!’, le gritó a su esposa. Había perdido la cabeza. Ya tenía 50 años y parecía un veinteañero. Cambió hasta su forma de vestir pese a que siempre fue un señor serio y muy trabajador.

Le alquiló un departamento de estreno a la chibola. Le compró un carro del año y la puso a estudiar en un instituto de prestigio. Estaba tan enamorado, que ella lo convenció para que venda uno de sus tráileres y le compre un ‘depa’ frente al mar. ‘Será nuestro nidito de amor’, le dijo después de hacerle la pose del ‘electrocutado’ en un hostal de Miraflores.

Pepito tenía 50 años y ‘Reina’ solo 24. Sus amigos lo vacilaban en el karaoke cantando ‘Cincuenta y veinte’ emulando al recordado José José. A sus espaldas se burlaban de él. ‘Reina’, delante de él se mostraba muy seriecita, pero bastaba que se tomara un par de tragos para que se le aflojara el calzoncito con cualquiera. Por eso el viejo no la dejaba salir ni tener amigas. A insistencia de ella, Pepito le dio trabajo en su empresa.

‘Quiero estar contigo todo el día, mi viejito lindo’, le decía sobándole la cabeza. Grave error. Al poco tiempo, ella se metió con uno de los gerentes, un flaco treintón que era casado. Una noche, Pepito llegó al ‘depa’ y ¡¡oh, sorpresa!! No podía abrir la puerta. Habían cambiado la chapa.

Al rato apareció la mamá de ‘Reina’. ‘Mi hija ya no quiere vivir con usted. Ella es joven y no merece estar con un viejo enfermo de los celos. La casa está alquilada. No busque a mi hija, ya le hizo perder mucho tiempo, adiós’. El hombre se quiso morir. Se quedó en menos de dos años sin familia, sin mujer y sin casa. Encima, para colmo de males, la empresa estaba al borde de la quiebra.

Recién abrió los ojos. Pepito estaba realmente enamorado e intentó suicidarse, pero le salvaron la vida en el hospital. Allí lo fueron a visitar su esposa y sus hijos, y le propusieron que regrese con ellos. ‘Me das pena, eres el padre de mis hijos. Ellos no merecen que te conviertas en un trapo sucio por culpa de una p...’. Pepito regresó y se está levantando nuevamente, pero tiene un puñal clavado en el corazón. ‘Fui un idiota y estoy pagando por mi mala cabeza’”. Pucha, qué historia tan alucinante. Me voy, cuídense.


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