El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso tacu tacu con un filete de corvina encima, rocotito molido y su jarra de limonada al tiempo. “María, la herida está abierta entre el gran Pancholón y el doctor Chotillo. Cada vez que se ven, se lanzan tremendos puñales. La semana pasada se reunieron en el búnker del abogado y la cumbia de Armonía 10 sonó fuerte. ‘Cervecero yo soy y mi vida se va acabando/En tragos, en noches y copas de licor/Desesperado vivo en las cantinas/Bebiendo, sufriendo, llorando por su amor/ Cantinero, llegó el cervecero/ Cantinero, llegó el cervecero...’.
PANCHOLÓN: Chotillo, hace una semana me escribieron varios abogados del Callao y jueces para comentarme mi frase ‘la pampa es para todos’. Se ríen de ti porque te consuelas agarrando a las que pasaron por este pechito. Lo malo es que las chicas no te sienten. Hasta me timbró un conocido productor de un programa de televisión para que cuente mis historias y haga videos para YouTube, pero esas cosas no corren conmigo. Para trampear hay que ser perfil bajo, solo los sanos y sonsos hacen luz y se regalan para las cámaras, por eso los ampayan. A ti te veo confundido, no has vivido y de viejo no vas a aprender...
CHOTILLO: Pancho, me has partido con la mujer que me iba a casar, lloré y reventé de rabia, te maldije mil veces, pero ahora soy parador. Voy a la segura. Si me gusta una chica, invierto, porque las monedas me dan color, me dibujo y pongo bonito. Chocolate. A ti te veo mal, has bajado tu nivel, tu celular ya ni suena, no chapas ni la gripe. No seas malo...
PANCHOLÓN: Hijo, nunca serás como yo. No quiero pecar de soberbio como dice Cuto, pero yo estoy en otro nivel, no regalo carteras Louis Vuitton, Gucci, Armani ni relojes Rolex, tampoco tengo ‘zorros chupes’ que las llevan y traen. Solo tengo mi camioneta que hace un bullón y su rico Cartavio XO. Por sonsos como tú, algunas chicas malas ahora quieren poner tarifas para darte un besito en la mejilla. Yo nunca he sido romántico ni me arrodillo con una rosa ni alquilo avionetas para mandar mensajitos. A ti las mujeres te ven como cajero, a mí me disfrutan unas horas, se vacilan y se van a casita ‘fresh’, relajaditas.
CHOTILLO: Lo dudo, te conozco puras loquitas. Gordito, los ‘duros’ ya fueron, estamos en otros tiempos. A mí me buscan las chicas Tulum...
PANCHOLÓN: Qué pena me das, doctorcito de quinta. Hay dos cosas que no se pueden comprar: el amor y la vida. La mujer tiene que sentirte...
CHOTILLO: Pancholón, te veo mal, estás en decadencia, vives de tus historias. Hoy lo que vale es la billetera, el poder, te crees lo máximo con tu camionetita toda chocada, mientras yo voy en un Audi de más de 100 lucas gringas. Ah, y ya me contaron que te vieron cargando tu bolsita con tu sopa wantán y arroz chaufa de menú. A esa hora yo estaba en un jacuzzi con una flaca que sale en televisión, tomando un daiquiri de durazno...
PANCHOLÓN: Chotillo, das vergüenza ajena. Esa mujer de la que hablas ya pasó por este pechito y la hice mía en un hotelito de la avenida Petit Thouars, con su chicharrón de pollo, todas las cremas y roncito. El que puede, puede. Se llama sangre y carisma. Nunca tendrás eso. Tú no les haces ni cosquillas. Piensan en otro cuando están contigo. La otra semana te sigo contando todo lo que la flaca me dijo”. Esos señores solo hablan de mujeres de la mala vida. Me voy, cuídense.