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Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su hígado encebollado con pallares, sopa de sémola y, para tomar, limonada fría. “María, estamos a menos de mes y medio de acabar el año y todos los especialistas coinciden en que es otro año perdido para millones de escolares de colegios nacionales, tanto de primaria como de secundaria.

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Salvo excepciones, la mayoría ha seguido los cursos por ¡televisión!, sin la posibilidad de la interacción profesor-alumno, tan importante para que las lecciones queden grabadas en la mente. El uso de la televisión era el único medio para llevar las clases a los hogares más pobres, pues un celular smartphone es caro y el servicio de internet también. Ya son dos años que los chicos y adolescentes no han podido ir a clases presenciales.

Es cierto que la pandemia hacía imposible el regreso, pero no veo que desde el gobierno tengan un plan para acelerar el tema. Y debería ser prioridad. Imagínate, se han abierto los mercados, los cines, restaurantes, aeropuertos, buses interprovinciales, hoteles... todo, y no pueden reabrir las escuelas. La vacunación a los niños y profesores, así como sucedió con los médicos y enfermeras, debió ser la prioridad. Yo creo que el Ministerio de Educación debería hacer un ciclo de repaso o recuperación para los miles de jóvenes que ahora en diciembre salen de la secundaria. Ellos están en desventaja para poder ingresar a una universidad nacional o privada, pues recibieron una educación deficiente. El Minedu, se sabe, recibe presiones de todo tipo, pero en especial de los profesores agrupados en el Sutep, que se niegan al retorno poniendo mil excusas. Si es por la seguridad sanitaria, pues que el gobierno empiece con ellos una vacunación especial.

Pero la calidad del estudio no es el único problema. Igual o más importante es la socialización de los niños, vital para el desarrollo de su personalidad. Según los especialistas, la socialización infantil es el proceso a través del cual los niños aprenden una serie de elementos como las creencias, comportamientos y sentimientos de acuerdo con el rol que desempeñan en su cultura, entendiendo el rol como la expectativa que se espera del niño según su posición dentro del grupo. Después de largos meses encerrados en sus casas, sin posibilidad de viajar o pasear por un centro comercial o acudir a la playa, sin reencontrarse con sus amigos, salvo en reuniones virtuales, se ha golpeado a la niñez y adolescencia nacional. Aún no hay forma de medir este impacto. La pandemia se trajo abajo muchas cosas importantes para ese sector de la población. Ya es hora de que acabe”. Pucha, Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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