El Chato Matta llegó al restaurante para llevarse un picante cebiche de bonito y un arrocito con mariscos. “María, hace unos días me timbró el gran Pancholón y me dijo: ’Chatito, la vida es una sola, baja a mi búnker y nos tomamos un roncito a puertas cerradas porque ahora los policías y militares te tumban la fiesta...
Causa, ahora mis amigos abogados del Callao me dicen ‘Maluma’ y no porque me hayan ‘partido’, sino porque esas cosas pasan en la vida y uno tiene que ser parador...
Te cuento una de mi baúl de los recuerdos. Tú sabes que la psicóloga fue mi mujer varios años y de un momento a otro una noche me contó que se iba a casar con un peruano que radicaba en Italia. El hombre es empresario, maneja sus ‘fichas’, iba y venía como si viajara de aquí a Chincha.
Una noche estábamos en el local de mi tío Felipe y ella se apareció con su galán en un camionetón. Apenas la psicóloga me vio, comenzó a besar al gilazo de su novio para hacerme volar, a pesar de que yo la había dejado hace tiempo y con mi mancha estábamos con unas traviesas de San Martín de Porres. Encima pasó por mi lado y levantó la mano para que le vea la tremenda ‘roca’ que lucía.
Yo estaba movido por los rones. ’Calulo -gritó Pancho-, voy a desenmascarar esa farsa. Le voy a decir a ese ‘cornelio’ que ayer mismo estuve con su enamorada en La Posada’. ¿Quéeeeee? Al toque Calulo me agarró: ‘¡Pero maestro, usted me ha enseñado que por las trampas no hay que picarse, la pampa es para todos’.
Pero ya estaba berraco, no hice caso y fui detrás de ellos, esperé que el novio dejara a la psicóloga en su casa y lo intercepté en la esquina. ‘Causa, no te asustes -le dije-, somos varones y tengo que confesarte algo. Tu novia, con la que te vas a casar, fue, es y será siempre mi mujer’.
Pancho estaba loco. Encima puso a todo volumen el tema de moda, Hawái: ‘Deja de mentirte (Ah)/ La foto que subiste con él diciendo que era tu cielo/ Bebé, yo te conozco tan bien, sé que fue pa’ darme celos/ No te diré quién, pero llorando por mí te vieron/Déjame decirte/ Se ve que él te trata bien, que es todo un caballero/pero eso no cambiará, que yo llegué primero/Sé que te va a ir bien, pero no te quiere como yo te quiero.../
Esta canción me hace acordar a la psicóloga. Esa madrugada, el novio se me quiso ir encima, pero lo ‘peché’. Sin embargo, a la mañana siguiente llegó tempranito la psicóloga a mi oficina, de la ¡¡mano de su enamorado!! ‘Mi amor, dile lo que le tienes que decir’, ordenó ella.
Y el gil habló como un gatito domesticado: ‘Ella ya me contó todo. Ya la perdoné, para mí ella no tiene pasado... Es más, te invito a mi matrimonio. No soy celoso y confío en ella’. Pancholón solo sonrió. Bien dice Gabriel García Márquez que ‘los cachos se heredan’”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza. Encima es un picón que no respeta a una mujer que estuvo a su lado. Me voy, cuídense.