El Chato Matta siempre para ‘fresco’, de buen humor, y me llamó por teléfono para contarme las últimas.
“María, tú sabes que hace unas semanas a mi hermano Pancholón su viejito ‘Mazamorra’ lo llevó de emergencia al Hospital Santa Rosa. Panchito gritaba ¡me duele el pecho, tengo taquicardia, no puedo orinar, la próstata, ayyyyy! Pero ni bien una guapa enfermera que tiene un aire a Millet le hizo unos masajitos en el pecho y el cuello, el gordito saltó de la cama como un resorte. ‘Señor, usted tiene ansiedad, es el estrés por la cuarentena’. Después Pancho me contó que se puso así porque Samantha, la espectacular anfitriona, se la pintó clarito. ‘Pancho, a mí me gusta ir a buenos lugares, no me vas llevar a tu azotea. Busca un hotel de categoría’... Chato, eso me tenía loco, porque los ‘telos’ estaban cerrados. Pero le prendí velitas al presidente cuando dio luz verde a varios negocios y el hotel donde ampayaron a un arquero famoso abrió sus puertas, eso sí, bien ‘caleta’. Chato, timbré a Samy, que estaba bien rica con un jean apretadito: ‘A las siete me recoges, antes del toque de queda, y espero que sea verdad todo lo que dicen de ti’.
Samy es igualita a las hermanitas de ‘El wasap de JB’, que tienen loco al jeque árabe. Pero me sorprendió que me hicieran entrar por una puerta trasera. ‘Don Pancho, los chacales están rondando desde que ampayaron al arquero’. En la habitación estaba la botella de champagne heladito, había fresas frescas y copas de helado de chocolate. Serví las copas mientras Samy ingresaba al baño ¡¡y salió con una tanguita rosadita!! ‘¡¡Hazme tuya, tigre!!, me dijo y se lanzó a la cama. En eso, cuando estaba como Adán encima de la cómoda de la cama para hacerle mi legendario ‘salto del chanchito’, escuchamos el ruido de sirenas. ¡¡Salgan, los tenemos rodeados!! Vi luces azules y amarillas, luego me tumbaron la puerta. Era el cuartelero. ¡¡Don Pancho, corra, hay un operativo con fiscales!!’. ‘Cholito, ¿no me dijiste que en este hotel todo estaba en regla?’ ‘Disculpe doctorcito, el abogado nos cobró un platal por agilizar los permisos, pero los que nos trajo eran bambas, del jirón Azángaro. Los inspectores llegaron y se dieron cuenta al toque, y llamaron a los serenos y a la policía’.
Chato, tuve que escapar por el techo y por poco me graban. Lo peor es que nada de nada. No la veo, causa, me va a dar un infarto. Ahora Samy no quiere saber nada de mí. Felizmente que me rescató mi gran amigo Frank Sinatra del Lawn Tennis”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y no respeta la cuarentena. Me voy, cuídense.