Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó a mi restaurante con el gigantón redactor ‘Barney’ y nos encontró en todos los preparativos para reabrir con atención al público.
“María, qué bien que vuelven los restaurantes como el tuyo, se me hace agua la boca por tu estofado de osobuco con arroz blanco y ajicito molido. Te cuento que llegamos tempranito a la redacción y nos encontramos con el famoso periodista de policiales, ‘El Sonámbulo’. Siempre con su cigarro en la boca y su gabán gris, mismo Humphrey Bogart cuando hizo del detective Philip Marlowe en la película ‘Al borde del abismo’. El periodista siempre recita las frases del detective, porque se siente identificado con ellas: ‘Tengo algo de lobo estepario, ya no soy un jovencito y carezco de dinero. Me gustan el whisky, las mujeres y el ajedrez’.
En verdad, si no fuera periodista policiaco hubiese sido un gran policía de investigaciones, como el teniente Gamboa, de la recordada serie de televisión. ‘Gary -me dijo-, la situación se va a poner difícil para la policía ahora que finalizó la cuarentena. Mi amigo el general me invitó a almorzar en su cuartel, el ‘bunker del equipo contra la criminalidad’. Me confirmó que van a salir los militares en las noches para garantizar la seguridad de la ciudad. Pero tú sabes que los delincuentes son astutos. Darán sus golpes allí donde no hay uniformados con FAL.
Nuestros ‘fites’ (confidentes) ya me han dateado que las bandas se han mandado a hacer uniformes de personal de seguridad. Así pretenden ‘camuflarse’ entre la gente. Con eso y las mascarillas saben que será difícil identificarlos. Por eso es imprescindible hacer un trabajo de inteligencia'. En eso nos interrumpió un chatito, gordito, que llegó con una fuente. ‘Gary, prueba este cebichito de lenguado. El chato era el mejor cebichero de La Punta, pero su restaurante cerró. Ahora nos cocina aquí en el ‘búnker’...‘.
‘María -me dijo Barney-, nosotros como reporteros recorremos la calle y si bien es positivo que se hayan abierto los centros comerciales y conglomerados para que los negocios no quiebren y den trabajo a miles de peruanos, la idea no es que ‘vayan a pasear en familia o mirar tiendas’. El objetivo es que la persona compre y se vaya. Por eso todavía no hay juegos recreativos ni patio de comidas. La gente debe entender que por más que los centros comerciales y conglomerados como Gamarra están cumpliendo con los protocolos sanitarios, allí está el virus traicionero y mortal, esperando a las muchedumbres como si fueran bocaditos de buffet de quinceañero.
Recuerda que ya pasamos los diez mil muertos y los hospitales del Estado han colapsado, y si no estás en EsSalud o el SIS, las clínicas no te recibirán así te estés muriendo por falta de oxígeno. Por eso es mejor quedarse en su casita'”. Pucha, mis amigos tienen razón. Me voy, cuídense.