Fotos: Joel Alonzo/ @photo.gec
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Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollo al sillau servido con papa sancochada y arrocito blanco. Para calmar la sed pidió una jarrita de maracumango. “María, ya van dos días de cuyo objetivo es exigir al gobierno y al Congreso la solución al problema de las extorsiones y sicariato en el país.

Los choferes y también los comerciantes, que acompañaron a la protesta, están entre dos fuegos. Las mafias les exigen cupos de dinero para dejarlos trabajar y si se niegan son asesinados. El Ejecutivo no hace nada y el Parlamento encima da leyes, como la de crimen organizado, que más bien favorece a las bandas.

El pueblo quiere trabajar, levantarse de la crisis económica y no lo puede hacer con esta situación. Durante dos días los vendedores de mercados, conductores y cobradores no trabajaron.

Es decir, tampoco llevaron plata a sus casas. Por eso da cólera que el premier diga que están infiltrados los terroristas o que el paro tiene un objetivo político. ¿Cómo va a ser político si los están matando? Hay que ser bien indolentes para pensar en eso.

Las mafias extorsionan a casi todos: taxistas, mototaxistas, colectiveros, empresas de buses, bodegas, farmacias, talleres, ambulantes y circos.

¿Qué quiere el gobierno, que las víctimas se queden cruzadas de brazos? La huelga es una reacción desesperada a lo que pasa. Fíjense que la semana pasada atentaron contra una pollería ¡en San Borja! O sea, el hampa ya llegó a barrios acomodados.

El sicariato también, pues hace dos semanas pistoleros a sueldo asesinaron a un empresario que manejaba su camioneta por la avenida Camino Real, en San Isidro. Poco a poco la delincuencia se está enguyendo a todos los peruanos.

Es hora de hacer algo, poner mano dura y parar esto. Pero la tarea no es solo del Ejecutivo, sino también del Congreso, el Ministerio Público y el Poder Judicial. Todos deben trabajar en conjunto para enfrentar al hampa organizada. Nada de contemplaciones con ellos, no lo merecen”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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