El Chato Matta me hizo una visita sorpresa y me alegró el día, pues siempre me hace reír con sus historias. Le vi bien los ojos y estaba movidito. ¿Qué te pasa, Chatito?, le pregunté.
“María, ando palteado, parece que me estan siguiendo. Recibo mensajes amenazantes al celular. Hace unas semanas, en plena cuarentena, te conté que me encontré con una flaca que trabajó conmigo en el ministerio, Julissa. Era un mujerón y tuve un choque y fuga con ella. Me la encontré hecha toda una señorona, porque se casó con el hijo del ‘rey de los muebles’. El muchacho cayó en las garras de la coqueta secretaria. En una noche de copas emborrachó al colorado y, cuando estaba bien mareadito en el bar de un hotel cinco estrellas, le dijo: ‘Mi papá me mata si me ve llegar así, mejor nos quedamos aquí’.
¡Así lo capturó! Eso me lo contó cuando la volví a ver después de 15 años. ‘Yo había estado saliendo con un policía. El desgraciado se fue y me dejó embarazada. El hijo del ‘rey de los muebles’ apareció en el momento justo. Mi marido es mongazo. Ahora cree que se ha avivado. A veces, cuando me quiere humillar, me dan ganas de decirle la verdad. Que nunca lo sentí, ni siquiera me hizo cosquillas y que me casé con él por interés. Pero tengo miedo de perderlo todo'.
María, ya en el reencuentro me di cuenta de que era una mujer maquiavélica. Esa tarde, la dejé en su depa caleta de Miraflores. Pero no sé cómo se averiguó mi dirección y una mañana se apareció con su tremenda 4x4 con lunas polarizadas. ‘Así que aquí vives. Chato, despídete de este barrio, vas a subir de nivel’. No sé por qué le aguantaba sus poses de millonaria. Será porque en la cama era una fiera. Y a mí me gustaba. Solo era pasión. Julissa sabía cómo hacer feliz a un hombre en la intimidad, pero también sabía cómo destruirlo en el trato cotidiano.
Era ofensiva y pedante. Ella quiso establecer las reglas: ‘Toma este celular, solo lo vas a usar para hablar conmigo. Tú nunca me busques. Yo te encuentro’, me dijo. En el fondo yo me reía de Julissa. Para mí, ella era como un ave de paso. Una más en mi vida. Seguí saliendo con Matti, una huancaína preciosa. Pero una noche, Julissa me buscó como una fiera, sacó su celular y puso una foto: ¡¡estaba yo con Matti saliendo de la mano del hotel!! ‘¡¡Chato, maldito, qué le has visto a esa misia!!’. ‘¡A Julissa nadie la engaña, entendiste! ¡Terminas con ella hoy mismo o vas a ver de lo que soy capaz!’. María, yo tengo la culpa por meterme con tremenda loca. Encima también le ha mandado un mensaje a la pobre Matti, quien no tiene la culpa de nada”.
El Chato se puso a cantar su tema preferido de Iván Cruz: ‘Mozo, deme otra copa/ esta noche quiero beber/ esta noche quiero acabar/ con el recuerdo de este amor/ Mozo, deme otra copa/ esta noche quiero beber/ esta noche yo quiero ahogar/ mis penas, mi quebranto/ Mozo, deme otra copa/ ahogar en ella quiero mi dolor/ ahogar en ella quiero este amor/ que me hace tanto dañoooooo’. Pucha, pobre Chato, pero él se lo buscó por meterse con ese tipo de mujeres. Me voy, cuídense.