Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su tallarín saltado con carne de lomo fino, su jarrita con agua de anís y su gelatina de fresa. “María, llegué tempranito al diario y me encontré con el legendario periodista de policiales, ‘El Sonámbulo’. ‘Coleguita -me dijo-, el caso del feminicida de Tarapoto está picante, han aparecido nuevas pistas.
La infortunada víctima, Jenny Rojas Aranda (35), era una agraciada empresaria de calzado de Tarapoto. Ella era de una familia emprendedora, que se dedicaba a ese rentable rubro y tenía su centro de operaciones en Trujillo. Le iba muy bien en los negocios, pero no en el amor. El papá de su hija la abandonó y ella fue madre y padre. Cuando su hija tenía once años conoció en la célebre ‘Fiesta del perol’, en Trujillo, a César Labarreda (55), quien se presentó como ‘empresario’. En realidad, era el típico ‘encantador de serpientes’, que le ‘pintó pajaritos’ y le dijo que podían exportar su calzado a Estados Unidos y Australia porque tenía muchos ‘contactos’.
La conquistó a ella, pero no a toda su familia, que lo veía con desconfianza. La verdad es que no tenía nada de ‘contactos’, solo se dedicaba a hacer de ‘chofer’ en el camionetón de la guapa Jenny. Hasta que ella se quitó la venda de los ojos cuando vio que su pareja andaba muy ‘cariñoso’ con su hija de doce años y esta se lo alertó. Según sus hermanos, les dijo que ya habían terminado la relación y quedaron como amigos y lo iba a desalojar de su casa.
César, según cuentan, era un verdadero psicópata. Se comportaba como un ‘caballerito’, incluso cuando ella lo botó de la casa. Esa tarde fatídica, la víctima cometió el error de pedirle que la llevara al centro a arreglar un negocio. En la casa se quedaron su hija y su empleada, quien se retiró a la hora. En las cámaras se ve que el ‘pelado’ regresa e ingresa a la casa donde está la niña sola. La necropsia arrojó que ella fue violada y acuchillada. Cuando la madre regresó a la casa, relata la hermana que la encontró, Jenny estaba muerta casi en la puerta. Seguramente ella intentó pedir ayuda al ver a su hijita muerta, la habían acuchillado.
El psicópata, según la familia, se quedó tomando refrescos y galletas toda la noche. Y recién huyó en la mañanita robando joyas, dinero y la camioneta de la víctima, la que abandonó en Cajamarca, y la policía sospecha que huyó hacia Ecuador. Lo indignante del asunto es que este sujeto tenía una denuncia por intento de homicidio al propinar seis martillazos en la cabeza de un amigo que lo dejó al borde de la muerte. Además tenía diez denuncias por maltrato físico y psicológico. ¿Cómo un tipo así podía andar suelto en las calles?
El Ministerio del Interior es más lento que una tortuga, han sido los familiares de las víctimas los que han ofrecido veinte mil soles por información del asesino’”. Pucha, qué historia tan triste e indignante. Ojalá que lo agarren y se pudra en prisión. Me voy indignada, cuídense.