Mi amigo el fotógrafo Gary y su colega el ‘gigantón’ Barney llegaron al restaurante por una sabrosa pachamanca a la olla con carne de res, chancho, pollo, papa, camote, choclo y ajicito molido. Para tomar, pidieron una jarrita con emoliente. “María, la otra noche veía en un noticiero un caso que me causó mucha pena. Una madre, aparentemente desquiciada, golpeaba y maltrataba cruelmente a sus propios hijos por el conflicto que tenía con el papá. O sea, atacaba a los pequeños para de esa manera ‘lastimar’ al padre.
El llanto de los chiquitos me conmovió porque era evidente que no entendían por qué la mujer los castigaba. Esa persona, al parecer, no es consciente del tremendo daño que hace a las criaturas. Hay castigos tan crueles que se graban en el alma y lejos de enseñar, solo humillan, crean resentimiento, ira, afectan la personalidad y duelen más y más.
Es preocupante cómo hay padres que llegan a tal descontrol en la crianza de sus hijos, que ante alguna mala conducta reaccionan peor que sus menores hijos y creen que todo se resuelve a golpes.
El psicoterapeuta Hans Gutiérrez comentó hace un tiempo sobre estos temas. ‘Hay padres que erróneamente creen que el golpe y la amenaza son parte de la formación y hasta un acto de amor: lo hago para formarte bien’. Justifican la agresión para corregir, probablemente porque también fueron criados así.
‘Necesitamos sensibilizar a la sociedad para que se comprometa a eliminar todo tipo de violencia hacia la niñez y se una a un pacto de ternura con la crianza, dejando solo marcas de amor’, añadió una experta en temas de crianza. Los especialistas aconsejan:
- Sin golpes, jalones, pellizcos o palmadas. La violencia no educa ni corrige, solo produce más violencia.
- Hable con respeto. Evite gritos, insultos o burlas.
- Póngase en el lugar de su hijo(a), considerando su edad, necesidades (incluye juego) y emociones.
- Niños y adolescentes no tienen por qué ser sometidos a responsabilidades de adultos.
- Necesitan límites con firmeza, también comprensión, libertad para expresarse y ser escuchados, así desarrollan mejor su potencial y toman mejores decisiones.
- Muchos padres separados, por más dificultades y resentimientos, deben solucionar sus problemas y unirse para fomentar la buena crianza de sus hijos”.
Gary tiene razón. Los niños y niñas criados con amor y respeto crecen seguros y se convierten en mejores adultos y padres con buenos principios. Me voy, cuídense.