El fotógrafo Gary llegó al restaurante por sus macarrones en salsa roja con su pierna de pollo encima y su jarra de limonada con poca azúcar. “María, me vino a buscar el veterano reportero de Política, ‘Cigarrito’. Llegó con sus lentes oscuros grandotes y las chicas, al verlo con su pelo castaño claro y su jean apretado, lo confundieron con Mick Jagger, pero cuando se quitó las gafas vieron ese rostro con miles de arrugas y sus ojos rojísimos, inyectados de tantas amanecidas con aguardiente y pisco de la Plaza de Acho. Las redactoras gritaron de espanto y se escondieron en el comedor.
‘Gary, tú sabes que en otros tiempos fui redactor estrella de un periódico que tenía ‘plata como cancha’, como diría un ‘plagiador norteño’. Cuando ingresamos a trabajar, el inmenso y rubio director nos informó que iba a ser un periódico que buscaría la verdad y solo la verdad, sin ‘casarse con nadie’. ‘Hay un inversionista que no escatimará gastos para hacer una prensa con páginas libres de las presiones del poder’, nos dijeron.
Los primeros meses fueron de una bonanza espectacular. El jefe de Informaciones nos entregaba la plata de la movilidad y la alimentación desde un gigantesco maletín que estaba lleno de billetes de cien soles. Como te digo, yo era el redactor estrella y traía los más grandes destapes. Era el engreído del rubio director. Gary, era comienzos de 1990 y, como el diario quedaba en San Isidro, me iba a almorzar menús ejecutivos en los mejores restaurantes de la avenida 2 de Mayo.
Una noche me quedé hasta tarde y casi de madrugada llegó una camioneta y un camión, de donde bajó el ministro del Interior del gobierno encabezado por un político que hoy está en serios problemas. El ministro gordo, al que apodaban ‘Mantequilla’, dijo con voz aflautada: ‘Bajen la plata rápido y métanla en la oficina de contabilidad’. ¡¡Bajaban la plata en sacos de yute!! Lo que me sorprendió es que ‘Mantequilla’ ordenó: ‘Que la camioneta regrese a Tingo María a cargar más efectivo, ya que estos se gastan la plata rápido y será el último envío, porque si gana el ‘Chinito’ les cerramos el caño y que se las arreglen con su periodiquito que nos sale muy caro’.
Me sentí estafado, no era amor al periodismo, sino al presidente de turno. Me rebelé y le pedía más plata al jefe de Informaciones. Con el billetón me iba a los night clubs de moda. Cuando aparecía, las bellas mujeres gritaban: ¡¡Llegó ‘Cigarrito’ Mc Pato!! y ellas se peleaban por sentarse en mis piernas y quedarse conmigo toda la noche.
El inmenso director comenzó a pedir comisiones políticas dirigidas contra el adversario del ‘Chinito’. Yo me rebelé y un día no cumplí una comisión ‘chavetera’ y esa mañana el director me lanzó un pesado cenicero, que esquivé mismo Ray ‘Sugar’ Leonard en sus buenos tiempos. Cuando ganó el ‘Chinito’, el presidente de turno llegó a celebrar y prometió que iba a llegar más plata al diario. Otra de sus cínicas jugarretas. Al día siguiente ya no había plata ni para la movilidad ni para el almuerzo y terminamos en el jardín comiendo en olla común pan con plátano y chicha de sobre’”. Pucha, ese señor ‘Cigarrito’ fue un gran periodista, pero nunca supo guardar pan para mayo. Me voy, cuídense. ‘cigarrito’