Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito a la chiclayana con su arrocito blanco y ensalada. Para tomar, un refresco de maracuyá. “María, vivimos en un mundo peligroso e inseguro. Hemos llegado a tal situación que nuestros hijos no pueden salir a la calle ante la amenaza de ser asaltados, secuestrados, violentados o atropellados.
Los muchachos, en especial las mujercitas, se han acostumbrado a pasar la mayor parte del día en la casa. Si salen, deben hacerlo acompañados de sus padres.
Atrás quedaron los años en que los muchachos de mi generación nos pasábamos el día jugando en la pista, incluso hasta altas horas de la noche. Lo que pasó con la pequeña de 12 años, asesinada por un depravado en Villa María del Triunfo, es escalofriante.
Ella salió a la medianoche de su casa, tras una pelea con su madre, y un sujeto la secuestró y mató dentro de su vivienda. Según dice la madre, la riñó porque usaba mucho el celular.
Por eso, los padres debemos dialogar siempre con los hijos, pero al mismo tiempo imponer disciplina. Muchos adolescentes pasan por una etapa de rebeldía y de afirmación de su personalidad que es propio de su edad. Por eso suelen no obedecer y se oponen a la autoridad de los padres.
Los psicólogos aconsejan tener bastante paciencia con ellos y escucharlos. Hacerles comprender que los padres, por su experiencia, saben más que ellos y por eso les aconsejan qué hacer. Por supuesto que siempre el respeto y la disciplina deben prevalecer en el hogar. El papá no es amigo ni está al mismo nivel que el hijo.
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