Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al sillau con verduras chinas, arrocito blanco y ajicito molido. Para calmar la sed, se pidió una jarrita con agua de cocona al tiempo. “María, si se puede rescatar algo ‘bueno’ de esta pandemia es que nos ha permitido estar más en casa junto a la familia. Según comentan todos los médicos e infectólogos, los adultos mayores presentan más riesgos de contraer la enfermedad, son más vulnerables al virus por diversos factores, como los diversos males propios de la edad.
Por eso hay que cuidarlos más. Y también mostrarles respeto y darles su lugar dentro del hogar. Los viejitos, como les decimos de cariño, tienen una larga historia de vida, llena de experiencias, vivencias y sabiduría. Han pasado su existencia luchando por ellos mismos, por sus familias y el país. Por el bienestar de sus hijos, la tranquilidad de sus esposas y la alegría de toda la familia. A veces uno parece no darse cuenta, pero es mucho lo que hacen los abuelitos aun cuando están muy ancianitos:
- Contribuyen con su experiencia en momentos de crisis familiar. Ayudan en el sentido psicológico y, si pueden y es necesario, hasta en el aspecto económico.
- Cuidan a los nietos cuando los padres, por el trabajo o enfermedad, no pueden hacerlo. Eso es beneficioso para los niños y para los abuelos porque se sentirán más útiles, más considerados y más valorados. Pero los hijos no deben abusar.
- Transmiten valores familiares y mantienen el vínculo entre las generaciones. Nadie más que ellos saben contar las fantásticas historias de sus antepasados que tanto les gustan a los nietos.
- Ayudan en la educación, pues interceden en la comunicación entre padres e hijos. Cuando hay ‘tormentas’, calman los ánimos en uno y otro lado.
- Hay ocasiones que apoyan a la madre o al padre divorciado. A veces tienen que asumir la figura paterna o materna, según sea el caso.
- Aprenden con sus nietos, acercándose más a las nuevas generaciones. Por ejemplo, a usar la computadora o la tablet.
Por eso, en reconocimiento por todo lo que hacen y por la consideración que merecen, los hijos y nietos debemos tratarlos con respeto, paciencia y amor en los años de vida que les quedan. Ténganlo siempre presente. Respeten las canas”. Mi amigo Gary tiene razón. Me voy, cuídense.