
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito frito con arroz y ensalada rusa. Para tomar pidió una hierbaluisa al tiempo. “María, los peruanos vivimos realmente en una tierra privilegiada. No solo tenemos una diversidad ecológica pocas veces vista en el planeta, sino que en este país florecieron culturas que asombran al mundo como la Chimú, Paracas, Chavín, Moche o la Inca.
En el Perú estaba uno de los dos virreynatos más poderosos de España, junto a México. Y el encuentro de dos mundos posibilitó, por ejemplo, la excelente gastronomía que nos enaltece. Hace unos días, en el World Travel Market 2025 realizado en Londres, los europeos quedaron encantados con nuestra comida, cultura y exposición de réplicas de las joyas del Señor de Sipán, que nada tienen que envidiar al ajuar del faraón Tutankamón de Egipto.
Y regresa al Perú el emblemático buque escuela a vela B.A.P. ‘Unión’, de la Marina de Guerra, que culmina así una travesía de seis meses por aguas internacionales. Esta navegación no solo sirvió para la formación de los cadetes, sino que también fue clave de la diplomacia peruana. A lo largo de su recorrido por el Atlántico Norte, Estados Unidos de América y Panamá, mostró nuestra cultura, como bailes, gastronomía, telares y otros. En cada puerto donde ancló, la gente quedaba maravillada ante lo que significa el Perú.
Por eso es que, pese a los problemas de hace semanas, la ciudadela de Machu Picchu acaba de batir récord de visitantes. Por temas de trabajo, he salido a otros países, como a México, donde conocí las pirámides de Chichen Itzá, y puedo dar fe de que como Machu Picchu no hay. Nuestra ciudadela es una maravilla de la humanidad, un sitio mágico del cual nunca dejaremos de estar orgullosos.
Por eso, debemos cuidar lo que tenemos y, especialmente, proteger a los visitantes, que son quienes traen divisas, es decir dólares, y mueven la economía, dando trabajo a taxistas, restaurantes, artesanos, guías, hoteleros, aerolíneas y mucho mas”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








