
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un adobo de chancho con yucas sancochadas y ensalada de cebolla. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, los penales del país y los albergues juveniles no solo son escuelas del crimen, también unas coladeras. La semana pasada fugó un preso de la cárcel de Lurigancho tras trepar una alta pared, y el jueves se evadieron del centro correccional de Maranguita seis peligrosos hampones venezolanos, tres de ellos mayores de 18 años, tras descolgarse con trapos amarrados a la calle. Urge de verdad declarar la reorganización del Instituto Nacional Pentenciario (INPE) y del Programa Nacional de Centros Juveniles, y expectorar sin asco a todos los corruptos. Prohibirles para siempre regresar a esa institución u otra del Estado. El Perú está en guerra contra el hampa y la ola criminal, la peor de toda nuestra historia, y eso, permitir que se escapen internos peligrosos, es como traición a la patria.
Mientras la Policía hace un esfuerzo descomunal para atrapar a los hampones y la Fiscalía gasta miles de horas para procesarlos y lograr sus condenas, malos elementos permiten que huyan. No hay que hacerles caso a los ‘progresistas’ o llamados ‘caviares’ y apliquemos un nuevo plan en los penales, similar a lo que pasa en El Salvador. Las cárceles no pueden seguir siendo universidad de rateros y centros desde donde se extorsiona, ordena matar a choferes de combis y hasta se planean secuestros. Hagan todos los días requisas, destruyan con bombas las antenas que las mafias ponen cerca de los centros penitenciarios, prohíban visitas a los reos más peligrosos, abran el penal de El Frontón o El Sepa para llevar a los cabecillas de organizaciones criminales. Estados Unidos, por ejemplo, tiene sepultado en vida a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, jefe del cártel de Sinaloa, en la prisión de máxima seguridad ‘Supermax’, en Colorado, donde solo tiene media hora de paseo en el patio y el resto del día y la noche la pasa en una celda pequeña, sin contacto con otros presos. Así, no tiene comunicación alguna con el exterior”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








