Pancholón y un viejo amor.
Pancholón y un viejo amor.

El Chato Matta llegó al restaurante por uno de sus platos preferidos, estofado de pollo con presa grande, una porción de arroz blanco graneadito y ajicito molido. También pidió una jarra con emoliente y cebada calientito. “María, estuve en el sauna con el gran Pancholón, el abogado más mujeriego que han visto mis ojos. Mi amigo es todo un personaje y en las redes sociales muchos lo están buscando para entrevistarlo y cuente más de sus historias, pero prefiere el perfil bajo.

Él mismo reconoce que está enfermo de sexo. Apenas ve pasar a una mujer que le gusta, como el escritor Charles Bukowski, se imagina en la cama con ella. ‘Chatito -me dijo-, en el sauna soy feliz, es uno de mis lugares preferidos. Tú eres mi hermano y a ti te cuento mis secretos. Hay que cuidarse de los envidiosos y mala leche.

Ahora salgo con una venezolana que es una belleza, mide 1.85, pero normal porque en el ring de las cuatro perillas eso no importa. La pasamos bien, nos quedamos a dormir en La Posada y todo queda entre las cuatro paredes de esa habitación, no hay compromisos serios, solo disfrutar el momento. Las ‘tóxicas’ no me gustan, me aburren cuando se ponen a celarme. Siempre les digo la verdad, no soy hombre para una mujer. Cuando llegué a mi casa me puse a reflexionar sobre mis más de 30 años de caminante, ‘zorro viejo’, me dicen.

Y me acordé de Cindy, una de las mujeres que me movió el bobo. Yo creía que era solo mía, pero nunca me voy a olvidar cuando en un cuarto del hotel me confesó que hace unos meses había conocido a un gringo que llegó de turista al Perú. No me había dicho nada, pero me citó cuando ya tenía todos sus planes bien armados.

‘Gordito, hazme tuya por última vez. Mañana me voy a Estados Unidos, hay un hombre bueno que me va a dar todo lo que tú me niegas. Tengo que pensar en mí, Pancho, tú solo me invitas pollo a la brasa y cervezas, yo merezco una vida de reina’. Causa, te juro que soy barrio, de corazón duro, pero esa noche derramé lágrimas de varón. Cindy me juró que me amaba, pero debía pensar en su futuro y en su mamá que está viejita.

Tras varios años regresó al Perú ganadaza, con un gringo grandazo, pero con cara de gilazo y una preciosa niña. En su casa anunciaron un gran fiestón con orquesta. Al comienzo todo estaba bien en el tono, pero las chelas se le subieron al gringo y se quedó dormido. Cindy, embalada por los tragos, me dijo: ‘Anda a la esquina y espérame en tu camioneta’. Cuando llegué se me lanzó encima. Hicimos el amor como locos en mi carro.

En mi borrachera le dije: ‘Te vendiste por unos dólares’. Ella lloraba y me besaba. ‘Pancho, di todo por ti y me pagaste mal, hasta le sacabas la lengüita a mi mejor amiga. Recibe lo que te doy como muestra de que fuiste mi gran amor. Mi gringo es buenísimo, me complace en todo y nunca lo dejaría. No lo amo, pero vivo tranquila’.

Chato, el tiempo cura heridas y ya ni me acuerdo de Cindy, ahora mi venequita grandota me engríe’”. Pucha, ese señor Pancholón es muy cochino y sinvergüenza, encima está mal de la próstata. Va a terminar viejo y solo. Me voy, cuídense.

TE PUEDE INTERESAR

Contenido sugerido

Contenido GEC